"Las leyes son muy poco musicales"

Las películas de Elvis Presley que veía por televisión en blanco y negro le engancharon al 'rock'. Pero a sus 23 años, con el título de Derecho bajo el brazo, Gregorio Gómez Revuelto (Jerez, 1965), un hombre locuaz y divertido, muy divertido, mandó la guitarra al garete y se vistió la toga. Su afición al 'rock' sigue en paralelo.

Bueno, del 'rock' hasta el flamenco o los clásicos, de los que se empapó cuando hacía prácticas para otro abogado, Antonio de la Herrán.

-Pero yo nunca me he dedicado a la música, yo soy autodidacta, y si toco, son cuatro notas mal dadas con mucha pasión, con mucha emoción. Pero no tengo estudios de solfeo, de armonía, nada. No puedo decir músico porque no lo soy, pero sí my aficionado al rock y toco. Fundé una banda, 'Tótem', pero era como la 'banda del Mirlitón'. Tocábamos, en el club Nazaret, en algunas fiestas... pero eso no ha dado lugar a una carrera musical. Pero lo que sí es verdad que yo siempre he seguido el rock y, especialmente, en nuestra ciudad. Estamos hablando del año 82, por ahí... Había una serie de grupos, como 'Inopio', 'Los Platinos', 'Despojo de reses'... que hacían un 'rock' muy bueno. Era la época de la movida. También la época del rock andaluz, aquello era maravilloso.

- ¿Tiene algo que ver la música con las leyes?

-Pues, sinceramente, yo creo que poco, muy poco. Es más, no le encuentro ninguna relación. Las leyes son muy poco musicales.

- ¿Qué le hizo dejar la guitarra por la toga?

- La guitarra es una afición. Y la toga es una devoción y una obligación.

- Y es que la música no da dinero.

- Para nada. Aquí en Jerez, ahora mismo, hay muchos grupos, pequeños grupos, que tocan con muy buenos músicos y van a locales donde se hacen actuaciones en directo y van sin cobrar, pero necesitan tocar de cara al público. Tú puedes estar ensayando días y días pero si tú después no tienes un público al que ofrecerle lo que estás haciendo, no sirve de nada. Y van gratis. En Madrid, incluso, tienes que pagar para actuar en algunos locales. La música, a este nivel, no vale nada. Lo único que te puede dar es una satisfacción personal por la labor creativa, pero poco más.

-¿Deberían los jueces oír más música?

- Yo creo que los jueces oyen música, como personas que son. Sin duda. E incluso música 'rock'. Te puedo decir que hay un magistrado juez en Cádiz que viste camiseta oscura, tiene un anillo con una calavera, pulsera y zarcillo. Nunca lo he hablado con él, pero le tiene que gustar mucho. Ahora, es excepcional como persona y como profesional del puesto que ocupa. De un trato amabilísimo, una persona entrañable y le tiene que gustar mucho mucho el rock para además seguir con la estética de determinada música, concretamente el 'heavy'. Esos complementos que lleva son 'heavy' total.

- ¿Dónde hay más 'heavy'?, ¿en la música o en los juzgados?

- Sin duda en los juzgados. Pero vamos, con una enorme diferencia. Porque ningún tema o canción 'heavy' pueden nunca equipararse a las cosas que se ven en la miseria humana. En los juzgados lo que se ve, en muchos casos, es miseria humana, de la que yo creo que no habría palabras ni notas para expresar.

- ¿Cuál ha sido el juicio más 'desacompasado' en el que estuvo?

-¡Uff! Yo he tenido muchos juicios desacompasadísimos. Totalmente.

-Para usted, la canción más justa es...

-Eso es una pregunta 'superfilosófica' (sonríe). ¡Uff! No sabría decirte cuál es la más justa, pero sí sería capaz de decirte la que más me gusta. No lo sé, no lo sé.

- ¿Echa de menos la guitarra?

-Sí, sí. La cojo de vez en cuando. A mis hijos les encanta cómo lo hago. Como me creo que hago de Ozzi Osbourne, cantando como Black Sabbath, se mean de risa. Pero es que, además, yo no podía subir a un escenario. Lo mío es penoso. Cuando canto y eso, me limito a imitaciones de Javier Gurruchaga, de la Orquesta Mondragón y alguna versión que hacemos un poco histriónica de Raphael y para de contar. Ahora, es mi afición y sigue y seguirá por los siglos de los siglos. Es como la droga.

- ¿Tiene usted algo más que decir?

-Hombre, claro. Yo te tengo que decir muchísimas cosas más. Yo lo que digo es que... Es que, claro, tu entrevista tiene unos toques muy profundos y yo soy una persona superficial (ríe). No, es broma. Pero pensaba comentarte el hastío y el cansancio de la gente que se dedica aquí a la música, porque muchas veces nos quejamos de que no hay eventos. Pero es que cuando lo hay, no va nadie. Y eso es propio de Jerez.Es una cosa rarísima, porque esto no ocurre en otros sitios. Y en el tema del 'rock', el 'rock' es minoritario, absolutamente. Tú te vas al País Vasco y aparte de que hay grupos, todos los que quieras habidos y por haber, la gente acude a esos sitios. Pero aquí no gusta. Quizás guste otro tipo de música. Pero tampoco, porque cuando se ha organizado alguna cosa, Los Delinqüentes, Navajita Plateá, por ejemplo, si organizan un concierto va la gente, pero tampoco tanta para una ciudad tan grande como Jerez... Es descorazonador.