"Para mí es un orgullo ser Jero y heredar el toque de mi padre"
Manuel Jero. Guitarrista
"Ahora soy de los flamencos 'agüita', porque ni bebo ni ná, me cuido como los jugadores de fútbol"
Si es puro nervio encima del escenario, con una guitarra salvaje, desbocada e imprevisible pero capaz de levantar el vello, más lo es si cabe en el frente a frente. Gesticula y no para ni un momento, pero en su semblante se le nota convencido y decidido. "Ahora soy otro", dice, mientras sueña con "un futuro mejor".
-¿Cómo lleva el verano?
-Va a terminar julio y la verdad es que no me puedo quejar. Ayer estuve en Madrid con Alonso Rancapino en los Veranos de la Villa, y el viernes estuve en Granada, en Salobreña, y bueno ahora en agosto tengo varias cosas, el día uno con Antonio Reyes en los Jueves de Cádiz, y más adelante algunas cositas con 'Ranca' y con el Canela de San Roque y su hijo José, con los que voy a la Gira del Norte.
-Todo el que le conoce dice que se ha vuelto usted muy formal...
-Como está la cosa hay que cambiar el chip y gracias a Dios, porque yo creo mucho en Dios y en mi Prendi, soy otro. La vida de los flamencos ya sabemos cómo es y hay veces que por problemas personales uno coge caminos que no debe coger. Yo soy una persona débil y pasé una rachita un poco perdido. Me encerraba en casa y cuando salía a la calle me pasaba. Pero eso ya es pasado, ahora estoy muy centrado, he recuperado la ilusión por tocar la guitarra y bueno, ahí estoy con varios proyectos, como el de Rancapino hijo, muy centrado.
-¿Y cómo es Manuel Jero ahora?
-Soy una persona distinta, soy de eso que llamo yo flamenco agüita. El flamenco ha cambiado mucho y eso de tomarte dos copitas antes de actuar se está perdiendo. Ahora todo el mundo es sano, la gente se ha dado cuenta de que para que te consideren y tengas trabajo hay que ser una persona seria. Hay que ser como los jugadores de fútbol.
-Porque usted siempre ha sido una persona inquieta, le ha gustado experimentar...
-Sí, y eso se lo debo a mi padre. Siempre he investigado mucho y no me ha dado miedo a meterme en cosas que antes todo el mundo las miraba con recelo. En eso ha influido mi padre, porque cuando era un crío llegó incluso a grabar con Senador con aquel grupo llamado 'Niño Jero y su banda'. Me llamó la atención y me dio por componer y por buscar otros conceptos de la música.
-Y entonces llegó Jerito....
-(Risas)Sí, fue la época de mi juventud. Me lo pusieron fácil. Paco Ortega me llamó después de escuchar un temita que había hecho con mis hermanos y me ofreció grabar un tema en un disco que se llamaba 'Novísimos' donde participaban muchos jóvenes. Luego, a los dos o tres meses me propuso un disco. Salió una serie limitada y bueno, fue una experiencia más, pero no era lo mío.
-Mucha gente no sabe que usted empezó haciendo pataítas...
-Sí que es verdad. Mi padre estaba en la compañía de Manuela Carrasco, quizás en la época más fuerte. Una vez me llevó mi padre a un espectáculo en el Lope de Vega y como dicen que yo hacía unas pataítas muy buenas por bulerías me metieron en el fin de fiesta. Allí estaba Bobote, El Eléctrico, La Susi... Yo entré, me eché una pataíta y el Lope de Vega lo levanté.
-A quién va a salir su niña Triana...
-(Risas) Eso me dice mucha gente, que mi niña y esas pataítas tan graciosas que hace, son como las que yo hacía. Bueno, la madre también tiene que ver (risas).
-¿Entonces lo de la guitarra cuando llegó?
-Tendría yo quince años. Empecé tocando con los Niños de la Calle Nueva y después con la Niña Pastori. Ella tenía doce años y fuimos por todos los concursos, salimos en la tele. Fue el comienzo.
-¿Eso ha sido siempre lo que más le ha llenado?
-Sí, la guitarra es mi mundo, lo reconozco. Lo que me gusta realmente es acompañar porque me meto dentro. Escucho al cantaor y voy sobre la marcha, según lo que me transmita así voy.
-Porque además ha sido usted el único hijo de Periquín vinculado totalmente a la guitarra...
-Claro, mis hermanos tocan, pero no se dedican plenamente, van por otros caminos. Yo estoy orgulloso de ser Jero, y desde que toco la guitarra siempre he seguido la línea de mi padre. Está claro que estudio mucho más que mi padre y toco más limpio porque formo parte de otra generación, pero yo no quiero perder mi sangre. Porque el día que no esté mi padre, Dios quiera que pasen muchos años, yo estaré ahí para seguir llevando la herencia de pupá. Nunca seré igual que él, pero hay cosas que me salen de dentro porque soy su hijo. Le cojo las falsetas y las adapto a mi manera.
-Aparte de esto, ¿qué tiene que agradecer a su padre?
-Sobre todo poderle tocar desde muy niño a los mejores cantaores del momento. Como mi padre trabajaba mucho me llevaba a muchos sitios, y de eso no puede presumir todo el mundo. Le he tocado a un elenco de cantaores para asustarse: María Soleá, Potito, Camarón, Remedios Amaya, Rancapino... Eso para mí, y aunque sólo tengo 39 años, son vivencias inolvidables.
-¿Acompañó a Camarón?
-Sí, Camarón venía mucho a mi casa, cuando vivíamos en la Calle Nueva. De buenas a primeras aparecía por allí y como pupá y mumá son como son le daban gloria. Él no llamaba ni ná, se colaba en casa y ya está, si eran las dos de la mañana, las dos, si eran las tres, las tres. Una vez apareció por casa y después de estar allí de fiesta con mi padre me pidió que le tocara. Yo acababa de venir de un concurso donde tuve una mala experiencia y como mi padre se lo contó hizo que le tocara una minera, que había hecho en el concurso y después me pidió que le tocara por bulerías. Para mí fue un sueño, todavía lo recuerdo y me emociono. Él decía siempre que yo era su doble, porque de chico me parecía a él con esas edad (risas).
-¿Se considera un guitarrista de estilo semejante al de su padre?
-Yo siempre he querido dar un paso más pero nunca salirme de la línea de mi padre. Pasa igual que mi tío Antonio, que es un guitarrista muy técnico y muy largo, yo diría que más largo que mi padre, pero también tiene ese regusto nuestro.
-¿Y le molesta que digan eso?
-Me molesta que digan que mi padre es sólo soniquete. Él en su momento estuvo en primera línea junto con tocaores como Enrique de Melchor, Tomatito, Quique Paredes, Los Habichuela... Iba con Lole y Manuel, Aurora Vargas, Rancapino, Juan Villar, que dice que se morirá con mi padre al lado, que le ponen a otro guitarrista y no le sale la voz; e incluso lo llamaban artistas que no se adaptaban a su toque porque él era más flamenco como El Polaco o El Cabrero. Técnicamente nunca ha sido un fuera de serie, pero a lo mejor daba dos notas, dos golpes a la madera y se metía al cantaor y al público en el bolsillo. El mismo Pulpón era un enamorado de mi padre, tenía una lista con quinientos guitarristas pero lo llamaba a él. Él ha estado ahí sin cambiar nunca su toque. Está claro que ha tenido rachas mejores y rachas peores, pero nunca ha cambiado su manera. Quizás sus primeras épocas tocaba muy limpio, luego se dejó y tocaba más sucio, pero es único. Mi padre es artista de los artistas y eso es muy importante. Por mucho que a veces los artistas nos tiremos unos a otros, todos sabemos quién es cada uno y Periquín ha sido y es un grande.
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