La torre que controla el cielo

Aeropuerto de Jerez

Ferronats está a punto de cumplir cuatro meses al frente del servicio que gestiona el tráfico aéreo en Jerez Un total de ocho controladores trabajan "a cinco plantas de altura"

La torre que controla el cielo
Manuel Moure

Jerez, 21 de junio 2013 - 01:00

Este medio ha tenido la oportunidad de visitar, por vez primera, la torre de control del aeropuerto, el verdadero 'sancta sanctorum' de la actividad aeroportuaria de Jerez. El próximo 5 de julio se cumplirán cuatro meses del traspaso de esta instalación de Aena a Ferronats, la empresa hispano británica que la gestionará tras hacerse con el servicio.

Allí a cinco plantas de altura, un equipo de ocho controladores y dos jóvenes aspirantes en periodo de formación vigilan por turnos el cielo con la más sofisticada tecnología. A modo de ejemplo, la torre de control se encuentra en el centro de un inmenso e imaginario cilindro de aire que debe ser controlado. Las medidas, descomunales: 7 millas a la redonda y 2.500 pies de altura, o dicho de otro modo, 11,3 kilómetros a la redonda y 762 metros de altura.

En la actualidad, Ferronats gestiona las torres de control de La Coruña, Vigo, Sabadell y Cuatro Vientos (Madrid) además de Jerez. Igualmente se encuentra en transición en los aeropuertos de Ibiza y Alicante, informan el director general de la concesionaria Ferronats, Gonzalo Cañete, y el director de Operaciones y Formación de la empresa, Mike Culver, desplazados ex profeso hasta Jerez. Junto a ellos está el director del aeropuerto, Rafael Reyna, y el coordinador de la torre, José Ramón Pérez.

En la torre de control todo está controlado, valga lo reiterativo de la expresión, mientras que cinco plantas más abajo, en el denominado bloque técnico que le surte de energía, información, datos... hay aparatos hasta por cuadruplicado de cara a que en caso de avería nada se eche en falta. Decenas de sistemas (Atis para meteorología, CD-20 para comunicaciones, Sacta para gestión de planes de vuelo, ILS para aterrizajes...) se dan cita en dos inmensas salas refrigeradas contando con la presencia de un técnico las 24 horas del día.

En la torre del aeropuerto de Jerez, por haber, cuelgan del techo hasta pistolas de señales luminosas con las que poder comunicarse con un avión que se hubiera quedado sin comunicaciones.

El ambiente de trabajo en la torre es de máxima tranquilidad, no exento de enorme concentración. Una controladora es la encargada de dirigir a las aeronaves en tierra, justamente hasta la intersección que da acceso a la pista de despegue. Es en ese momento cuando, por medio de fichas, entrega a la controladora de aire la ficha en la que figuran todos los datos del vuelo, ya sea un avión de pasajeros, una avioneta particular o de las aeronaves donde hacen sus prácticas los alumnos de la cercana Escuela de Pilotos.

Sucede exactamente igual, pero al contrario, cuando un avión viene a Jerez: el controlador de aire se hace con él y el de tierra lo dirige, sano y salvo, hasta la plataforma, lugar donde desembarcan los pasajeros.

Los controladores pueden trabajar un máximo de diez horas diarias, pero jamás más de dos horas seguidas sin que antes se tomen un descanso. Junto a ellos están los alumnos, que si logran sacar adelante sus exámenes (aprueban un 93%) podrán ejercer en la torre de Jerez. Para trabajar en otra, deberán recibir formación específica para tal destino.

En la torre de control de 'La Parra' se gestionan diariamente una media de 123 vuelos, si bien "hay picos de 300 movimientos al día". No en vano, Jerez es el tercer aeropuerto andaluz en número de aterrizajes y despegues.

Un aspecto que los controladores deben tener en cuenta es el tiempo que media entre un despegue y otro. No en vano, dependiendo del tamaño del avión que haya abandonado tierra se deberán esperar entre dos y tres minutos para que la siguiente aeronave se ponga en el cielo. La razón no es otra que las turbulencias que generan y que podrían entorpecer la operación.

La torre del aeropuerto es una especie de gran emisor de información. Emiten datos tales como la presión atmosférica, la temperatura o la pista que está abierta (siempre se utiliza la que está de cara al viento para que los aparatos tengan más sustentación). La presión, por ejemplo, es esencial para que los pilotos sepan exactamente a qué altura se encuentran.

Al igual que es una gran emisora, la torre es también una gran receptora de información. Todas las conversaciones y datos quedan debidamente grabados y guardados por si algún día, dentro de un plazo de mes y medio, fuera necesario analizarlos. Una caja fuerte en la primera planta, dentro del departamento del bloque técnico, las guarda debidamente cerrada a cal y canto.

Las reglas son las reglas, y más aún donde cientos de personas ponen sus vidas en manos de los pilotos y los controladores. Como buen ejemplo de esta seriedad, este medio fue testigo de cómo un helicóptero del Cuerpo Nacional de Policía (que lógicamente puede despegar verticalmente) se dirige hasta la entrada de la pista y, acto seguido, despega como si fuera un avión. Lo dicho, la normativa es la normativa. Y está para algo.

En Ferronats están satisfechos con esta alianza que les ha llevado a hacerse con la torre de Jerez. No en vano, en Inglaterra controlan aeropuertos tan importantes como Heathrow o Gatwick. Experiencia en el sector, como se ve, no le falta a esta alianza.

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