Jerez

Los vecinos de Picadueñas están “cansados” de dos okupas conflictivos

  • Denuncian que sus coches ya han sido arañados y golpeados por estas personas en varias ocasiones

Viviendas vacías de la calle del Pino

Viviendas vacías de la calle del Pino / Miguel Ángel González

Suciedad, ratas, mal olor, humedades, arañazos y golpes en los coches. Los vecinos de la barriada de Picadueñas, más concretamente los que residen en la calle del Pino, están “cansados” de la problemática que existe en la zona desde que dos okupas se instalaron en una de las unifamiliares, situadas al inicio de la propia calle, las cuáles eran de nueva construcción y no se llegaron a entregar a sus propietarios por quiebra de la constructora. Unos pisos que prácticamente estaban concluidos para su habitabilidad, pero que finalmente no se entregaron en tiempo y forma como se tenía previsto, exceptuando la primera fase.

Lo cierto es que, desde que estos inmuebles fueron embargados, “hará cuestión de 7 u 8 años”, cuenta uno de los vecinos de la calle, fueron entrando okupas de forma sucesiva. Las puertas y ventanas se encontraban tapiadas, pero lo rompían y accedían sin problemas. “Hace unos años los que habitaban eran molestos, porque peleaban casi a diario y a cualquier hora, pero no eran violentos ni daban otro tipo de problemas a los vecinos”, explica una de las personas que reside junto a estos pisos.

Hace algo más de seis meses, según fuentes vecinales, llegaron estos dos okupas y se instalaron en una de las viviendas, “como suele ser habitual”, con total impunidad. A raíz de ahí, los problemas se fueron sucediendo, hasta el punto de que todos los vecinos “están atemorizados por lo que pueda ocurrir”. Uno de ellos, incluso, dice que “hasta que no ocurra algo más grave nadie parará esto”.

La puerta de hierro que da acceso al interior de la urbanización está totalmente cerrada con un candado que los propios okupas han puesto, con el fin de impedir el acceso a otro tipo de personas que no sean ellos. “Encima ellos deciden quien entra y quien no en una urbanización que no es suya”, declara un vecino muy cercano al lugar. Uno de los laterales de la fachada de su casa queda por dentro de la puerta clausurada por los okupas. “¿Y si tengo que pintar la fachada qué hago? ¿Tengo que saltar la valla?”, se pregunta.

El problema llega cuando los vecinos, desde siempre, han aparcado sus coches en esa puerta. “Algunos que desconocen la problemática han aparcado sus coches ahí y se han encontrado el vehículo arañado o golpeado cuando han ido a recogerlo. Si el coche está muy pegado a la puerta de hierro y ellos no pueden acceder, lo primero que hacen es arañarte el coche”, asegura este residente, cuyo coche ha sido uno de los afectados por estas personas.

“Ya había okupas antes, pero estos son muy conflictivos”

“Muchos vecinos estamos atemorizados porque a ellos no se le puede decir nada y tenemos miedo a posibles represalias”, explica. “Ya no es sólo lo que puedan hacerle a nuestros coches, sino que tememos que puedan entrar a robar o incluso algo peor cualquier día”. Sobre todo cuando, según cuentan, llegan ebrios al piso. “Si fueran civilizados me daría igual que se quedaran toda la vida ahí, pero no es el caso”, afirma otra vecina.

Con los anteriores ocupantes, hace ya algo más de un año, apareció un cadáver dentro de una de las viviendas. “Al parecer fue un ajuste de cuentas entre ellos mismos”, cuenta un vecino. “Son personas problemáticas, que no saben convivir”.

A todo esto se le añade la suciedad con la que tienen que convivir. La basura que hay en el interior ha propiciado la llegada de ratas a la zona, con toda la insalubridad que ello supone. Un hecho que está afectando a las viviendas colindantes según estos vecinos por los malos olores que producen y por la presencia de roedores.

Unas viviendas que trajeron alegría a la barriada cuando comenzaron a construirse. Anteriormente allí había una antigua bodega que fue derruida para construir estas unifamiliares. “Los vecinos teníamos ganas de que se entregasen esos pisos para que le dieran más vida al barrio, aunque lo que ha ocurrido después es peor que lo que había”, afirman desde Picadueñas.

Uno de los residentes cuya vivienda colinda con la entrada al piso okupado asegura que con la llegada de lluvias en invierno su casa es un criadero de humedades. Cuando llueve “se producen inundaciones en el interior y el agua permanece estancada incluso días”, explica este residente, cansado ya de que no sólo le perjudique la suciedad o la intimidación de los okupas, sino también que la humedad entre en su casa por el abandono de la urbanización.

Ángel Garrido, presidente de la Asociación de Vecinos de Picadueñas Alta, reconoce haber intentado hablar con la policía en diferentes ocasiones, “aunque no pueden hacer nada”, dice. “No hace mucho fuimos a hablar con Endesa para que cortara la luz de inmediato, pero esto es un proceso lento”. El siguiente paso, cuenta Garrido, será en septiembre. “Mandaremos un escrito al banco que es propietario de las viviendas para que ponga una solución cuanto antes y desaloje a estas personas que tantos problemas están creando en el vecindario”.

Tras la problemática que están sufriendo los vecinos de la Barriada de España con otros okupas conflictivos, y del que este periódico se ha hecho eco-, Picadueñas es la siguiente en denunciar públicamente un hecho que, esperan, se solucione cuanto antes “por el bien de todos”.

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