XI edición del Salón de Vinos Nobles

Vinoble, volver a empezar

  • El Salón mantiene su estructura básica en su vuelta tras la pandemia y toma precauciones para evitar riesgos innecesarios por el covid

  • El anuncio de temperaturas suaves y las ganas de disfrutar de la cita juegan a su favor

  • Los 43 de Vinoble, con el jerez al frente

Plano del Alcázar con la distribución de Vinoble.

Plano del Alcázar con la distribución de Vinoble.

El Alcázar acoge a partir de este domingo la undécima edición de Vinoble, que debía ser la decimotercera de no ser por las dos cancelaciones sufridas en sus 24 años de historia, la de 2012 en plena resaca de la crisis financiera y la última, en 2020, a causa de la pandemia.

El Salón de los Vinos Nobles, el único dedicado en exclusiva a los vinos generosos, licorosos y dulces especiales –aunque en el cartel, y ya es costumbre, aparezcan otras bebidas que tienen difícil encaje en la cita jerezana por mucha calidad que atesoren productos como las sidras de hielo o el hidromiel, que no son vinos propiamente dichos a diferencia de los espumosos, a los que este año se dedican nada menos que dos catas cuando no todos tienen el perfil para estar en Vinoble-, reanuda su actividad tras cuatro años de ausencia y, como apuntaba días atrás el comunicador del mundo del vino Juancho Asenjo, asesor del comité organizador, lo hace con "unas ganas enormes –por parte de los profesionales, tanto de los fieles a la cita jerezana como de los que se estrenan en la misma- de volver disfrutar de Vinoble tras la pandemia”.

Pero por muchas ganas que se tengan de volver a la normalidad, el covid y sus circunstancias no pasarán desapercibidos en el regreso de Vinoble, en el que al margen de la presencia de mascarillas entre los que voluntariamente opten por seguir usándola por precaución –la Feria ha puesto de manifiesto que el abandono masivo de esta medida de protección personal tiene sus riesgos por el elevado incremento de los contagios registrados en los días posteriores–, la organización ha tenido que adaptarse a la nueva realidad, la post-pandemia o fase menos aguda de su incidencia, que implica la adopción de una serie de medidas preventivas.

Entre las más llamativas, por su repercusión en el normal desarrollo del Salón, cabría destacar la supresión del servicio de reposición de la cristalería, elemento diferencial de Vinoble respecto a otras ferias de vino con hasta 12.000 copas en circulación, que se sustituye por el sistema de compra de la copa a la entrada al precio de 3 euros para uso individual, y allá se las apañe cada uno para envinarla a fin de no mezclar aromas y sabores entre unos vinos y otros. Eso sí, como artículo de su propiedad, los visitantes se podrán llevar a casa la copa una vez cumpla su cometido dentro del Alcázar.

La medida es coyuntural, aclara Luis Flor, responsable institucional de Vinoble, volcado en las últimas semanas en el montaje de toda la parafernalia que acompaña al Salón, proceso que también se ha visto afectado por el covid, en este caso por las bajas entre el personal municipal asignado a estas tareas.

Aunque algo apurado, el montaje estará listo para la inauguración, o mejor dicho para la apertura de puertas, ya que la inauguración oficial está expresamente prohibida por las restricciones propias de los procesos electorales, en este caso las elecciones andaluzas fijadas para el 19-J, que ni siquiera permiten un simple corte de cinta, aunque sea sin discurso político de por medio.

La organización, en manos del Ayuntamiento de Jerez desde la edición de 2016, ha solucionado los problemas del aire acondicionado en el interior del Palacio de Villavicencio, en el que se ubican buena parte de los expositores que gozarán este año de una temperatura óptima para la degustación de sus vinos en caso de que apriete el calor en el exterior, en concreto en los jardines de San Fernando y del Molino, destinados a la instalación de las carpas al aire libre del resto de expositores presentes en Vinoble y más expuestos a los rigores del calor propio de estas fechas.

Detalle de las carpas en pleno montaje con el Palacio de Villavicencio al fondo. Detalle de las carpas en pleno montaje con el Palacio de Villavicencio al fondo.

Detalle de las carpas en pleno montaje con el Palacio de Villavicencio al fondo. / Miguel Ángel González

Los pronósticos, sin embargo, apuntan a una tregua con los termómetros por debajo de los 30 grados los tres días del Salón -del 29 al 31 de mayo- y cielos nublados, aunque con amenaza de lluvias en la mañana del lunes y vientos moderados, con predominio de poniente, de domingo a martes, con el consiguiente riesgo de polvo -albero- en suspensión.

El Alcázar tiene el espacio que tiene y desde hace días está cerrada la distribución de los expositores, entre los que tienen preferencia los que repiten en Vinoble, asignándose el resto de espacios por orden de llegada entre los inscritos en la lista de espera.

En este apartado llama la atención que se mantenga la presencia como expositores de instituciones públicas, en concreto algún Ayuntamiento del Marco que acude como abanderado de los vinos de su municipio, algunos de ellos ya presentes en los stands de las propias bodegas, lo que acerca a Vinoble más a una feria de turismo que a un salón ‘profesional’ de vinos, donde deberían tener prioridad los profesionales –firmas bodegueras, distribuidores...–.

También mantiene su espacio, aunque a regañadientes, la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía, del mismo modo con vinos generosos de las Denominaciones de Origen que han apoyado Vinoble desde el primer día -Jerez, Montilla-Moriles, Condado de Huelva y Málaga-, pero se sigue echando en falta una implicación decidida por la cita de la Administración autonómica, más aún este año en el que ha cortado de raíz su aportación económica y en especie, como suele ocurrir siempre que no coinciden los signos políticos de quienes gobiernan la ciudad y la comunidad andaluza.

En total, son algo más de 40 espacios de exposición –más de la mitad ocupados por los vinos de Jerez y la Manzanilla de Sanlúcar, que para eso son los anfitriones–, algunos compartidos a medias, opción que cobra especial interés en un año en el que muchas bodegas aún arrastran las secuelas económicas de la pandemia, lo que ha provocado la renuncia de algunas firmas, por ejemplo de Tokay u Oporto, a contar con espacio propio en el Salón.

La ausencia de las casas madres de estos y otros vinos foráneos que contribuyeron decisivamente a situar Vinoble en sus inicios en el mapa de las grandes citas vinateras internacionales se suple, en parte, con la presencia de distribuidores que los representan, aunque también pueden encontrarse algunos de los productos mencionados y otros, como un blanco de Palomino y Verdejo criado bajo velo de flor en Rueda, en el stand de la Sociedad Jerezana del Vino, que cede gentilmente su espacio para llenar este vacío.

Y en su defecto, también cabe la posibilidad de que estos vinos tengan su cuota de protagonismo en las catas de la presente edición de Vinoble, caso del Tokay, en torno al que gira una de las sesiones programadas en la Bodeguita Municipal en paralelo al desarrollo del Salón.

Imagen del montaje de las carpas para Vinoble en el patio de San Fernando. Imagen del montaje de las carpas para Vinoble en el patio de San Fernando.

Imagen del montaje de las carpas para Vinoble en el patio de San Fernando. / Miguel Ángel González

De una u otra forma, en las zonas de exposición estarán presentes este año vinos, además de sidras y espumosos, de Portugal, Francia, Italia, Grecia, Georgia y Estados Unidos y Canadá, junto a los llegados desde distintos puntos de Andalucía y el resto de España.

Ya están prácticamente agotadas las plazas para las catas en la Mezquita y en la sala del Molino, la segunda pata sobre la que se asienta Vinoble y entre las que hay interesantes propuestas de corte local, caso del 'Viaje por la crianza biológica, con origen y destino en Sanlúcar' que dirigirá este domingo César Saldaña, presidente del Consejo Regulador del jerez, que en ediciones anteriores ha aprovechado estas sesiones para abordar las nuevas tendencias que se cuecen en el Marco. 

De las nuevas tendencias, seguro que hablarán los enólogos Willy Pérez y Ramiro Ibáñez en su cata del martes sobre 'El factor humano en el Marco de Jerez', como también lo harán junto al resto de bodegas que integran la asociación Territorio Albariza en su stand en el patio de San Fernando.

Un día antes, bodegas históricas de Jerez y Sanlúcar se darán la mano para compartir su particular interpretación de los pagos del Marco de Jerez en otra de las catas programadas en la sala Mezquita, en la que Luis Flor cerrará el ciclo el martes con la cata de clausura, dedicada a algunos de los mejores vinos del Salón.

Este año, también por la pandemia, la organización ha tenido que prescindir de las actividades paralelas abiertas al público en general en el exterior del Alcázar, en concreto, de las catas de vinos presentes en el Salón que en anteriores ediciones se celebraran en la plaza del Arenal.

Las catas en la Bodeguita Municipal, también gratuitas y para que el desde hace días están agotadas todas las plazas, suplen en cierta manera esta ausencia, aunque con capacidad para una treintena personas por sesión frente a al centenar que permitía su celebración en el Arenal.

El programa de Vinoble se completa con los showcookings a cargo de la Diputación de Cádiz sesiones que se desarrollarán a las 12 y a las 19 horas los tres días del Salón por el orden que figura en la información anexa.

Los profesionales acreditados hasta el pasado jueves para la edición de este año ascendían a 3.000, según datos facilitados por la organización, que recomienda evitar aglomeraciones, principalmente en el interior del Palacio de Villavicencio.

Recuerden, beban con moderación. Larga vida a Vinoble y que ustedes lo disfruten.

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