Julio Balader, culpable

Desde anoche el procesado se encuentra en prisión bajo fianza Los miembros del jurado consideraron por mayoría de 7 votos a favor que es el autor del crimen de El Puerto

Julia Alarcón Cádiz

19 de junio 2015 - 07:00

Impertérrito. Ningún gesto. Ninguna mueca. Ninguna reacción. Sencillamente nada. Eso fue lo que pasó cuando Julio Balader escuchó del jurado el veredicto de "culpable".

Eran las 20:59 horas cuando todas las partes del proceso se volvieron a reencontrar en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Cádiz tras seis horas de deliberación. Los miembros del jurado consideraron probado por mayoría (7 votos a favor) que Julio Balader es el asesino que acabó con la vida de Bernardina Montoya en El Puerto el 2 de septiembre de 2011.

El jurado basó su decisión en la "veracidad demostrada" de los testimonios de la familia de la víctima, concretamente del viudo y de dos de sus hermanas. Asimismo, manifestaron en Sala haber otorgado "poca credibilidad" a los testigos de la defensa. Así, llamó la atención del jurado que el hijo del procesado no acudiese a declarar durante la presente vista cuando fue precisamente él quien envió unos correos electrónicos a otra testigo -amiga suya- presionándola para que declarase en el juicio diciéndole que "la familia Balader podía llegar a ser muy, muy convincente".

Conocido el veredicto, el Ministerio Fiscal y acusación particular calificaron los hechos como un delito de asesinato con la concurrencia de alevosía, solicitando 18 y 20 años de cárcel, respectivamente.

El fiscal pidió también el ingreso provisional en prisión de Julio Balader por riesgo de fuga ante la facilidad que tenía el procesado para salir del país (ha vivido muchos años en Francia). La acusación particular se adhirió a esta demanda aludiendo "falta de arraigo". La demanda fue aceptada y desde anoche Julio Balader se encuentra en prisión. El juez decretó para él una fianza de 15.000 euros.

La defensa, por su parte, solicitó la pena mínima y anunció que recurrirá en casación ante el Tribunal Supremo.

Durante la mañana de la cuarta sesión del juicio por el asesinato de Bernardina Montoya, los letrados de cada parte expusieron sus informes y elevaron a definitivas sus conclusiones. En este sentido, tanto el Ministerio Fiscal como la acusación particular defendieron que este crimen no responde a un "ojo por ojo". "¿Qué interés pueden tener los Montoya en que entre en prisión un hombre que no ha hecho daño a su familia?", cuestionó la fiscal, quien a continuación añadió que si la familia de la víctima se hubiese puesto de acuerdo para buscar a un culpable, hubiese sido más fácil apuntar a un miembro de los Merino, el clan rival.

En esta misma línea argumental, la abogada de la acusación particular planteó que, si bien los gitanos tienen "probablemente" sus propias leyes, en esta ocasión los Montoya, también conocidos como el clan de los Celestinos, querían "Justicia y no venganza".

Uno de los puntos fuertes de los informes fue la alusión a los antecedentes policiales, que no penales, del procesado. Julio Balader, ha estado acusado hasta en dos ocasiones de la muerte por encargo de dos miembros de la mafia, Vaccarazzi y Manoukian, siendo absuelto en ambos casos. Sendos procedimientos salieron veladamente a relucir durante la presente vista oral, lo que suscitó las quejas de su defensa. "Aunque se hayan intentado adjuntar a la causa, mi cliente no tiene antecedentes penales", dijo el abogado de Balader, quien también recordó que "hay dos personas cumpliendo condena" por los casos referidos.

Otro aspecto muy discutido durante la sesión de ayer fue la validez (o no) de la rueda de reconocimiento que tuvo lugar en la comisaría de El Puerto y en la que Narcisa Montoya, hermana de la víctima, reconoció a Julio Balader como el asesino de Bernardina. El Ministerio Público y la acusación particular recordaron al jurado que Narcisa identificó al acusado hasta en tres ocasiones: en un reconocimiento fotográfico en Madrid, en una rueda en la localidad gaditana y durante el desarrollo de este juicio. Las tres veces Narcisa Montoya lo señaló de inmediato, "sin lugar a dudas". Fiscal y letrada no sólo apoyaron este testimonio, si no que subrayaron "la legalidad" de la rueda de reconocimiento, que quedó corroborada por la declaración de la secretaria judicial del Juzgado de Instrucción número 2 de El Puerto. La funcionaria de justicia dio el visto bueno a esta prueba, practicada conforme a lo establecido por la Ley, esto es, situando al acusado entre otros individuos de apariencia semejante.

El abogado de la defensa, sin embargo, ha repetido en numerosas ocasiones durante el juicio que esta rueda de reconocimiento fue "nula" porque su cliente fue expuesto junto con otros tres sujetos cuya apariencia física nada tenía que ver con la del procesado. Eran personas mucho más jóvenes que Julio Balader, que actualmente tiene 64 años. Según explicó al jurado, la defensa impugnó el reconocimiento y solicitó su repetición, una demanda que no fue estimada por el juez instructor pues entendía que Balader ya había sido identificado y el resultado iba a ser el mismo.

Lo cierto es que el abogado de Balader concluyó su informe haciendo mención a "un cúmulo de despropósitos sin sentido". Bajo su punto de vista, "la falta de pericia con la que se ha llevado a cabo la investigación" ha sido una constante. Ha criticado los argumentos de las partes denunciantes, basados en "sospechas y conjeturas"; y ha lamentado "el empecinamiento claro de la Policía" para sentar a su cliente en el banquillo así como la falta de rigor en la recogida de pruebas.

Precisamente la prueba de geolocalización del móvil del acusado ha sido otro punto de debate. Mientras que la defensa respaldó que la intervención de la línea nunca ofreció un resultado concluyente acerca de la presencia de Balader en El Puerto, la fiscal recordó que en el registro de su domicilio se hallaron varios terminales y tarjetas de prepago sin desprecintar. "No es difícil llegar a la conclusión de que un habitual de los banquillos no suele viajar con su móvil".

En definitiva, la línea de la defensa pasó por negar la mayor: Julio Balader nunca estuvo en El Puerto. La acusación particular, que no dio credibilidad a los testigos que situaron al procesado en Barcelona, explicó que "la lógica impera". "La prueba de cargo practicada desvirtúa la presunción de inocencia del acusado".

Julio Balader renunció a su derecho a la última palabra.

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