Provincia de Cádiz

"Sí, soy empollón, sacar buenas notas es echar muchas horas de estudio"

  • El gaditano Salvador Pérez, de 24 años, obtuvo el puesto número 19 de toda España en el examen MIR

"Bueno, en realidad se ha exagerado mucho, no fue para tanto", dice Salvador (Salva para sus amigos) Pérez Galera, joven médico gaditano, sobre la hazaña clínica que protagonizó cuando aún era estudiante y que muchos compañeros todavía recuerdan en la Facultad de Medicina de Sevilla e incluso en el Hospital Virgen de Macarena. En este centro sevillano, Salva pasaba dos semanas de prácticas entre el cuarto y el quinto curso de carrera. Allí estaba ingresado un paciente con meningitis que los facultativos no lograban determinar si era vírica o tuberculosa. Él recordó el caso de un conocido que había tenido parotiditis (paperas), y que existía una clase de meningitis que era producida por las paperas. Aunque el paciente estaba vacunado, sabía también que había casos en ese año en que la vacunación había fallado. Al día siguiente, tras consultar sus libros sugirió al equipo médico que hicieran directamente la prueba de la parotiditis al paciente ¡y dio positiva! Era meningitis urliana y ese diagnóstico rápido evitó pruebas al enfermo y causó la admiración de compañeros y profesores.

Salvador Pérez, dicen sus compañeros, ya mostraba sus capacidades para la profesión durante la carrera, y este médico nacido en Cádiz hace 24 años y residente casi toda su vida en Chiclana lo ha vuelto a demostrar al obtener el puesto número 19 entre los más de 11.000 médicos que se presentaron el pasado 6 de febrero en toda España al examen para obtener una plaza de MIR. Él no se considera un cerebrito, pero sí "empollón", y enseña que no hay mucho secreto para obtener la excelencia: "Cuando me preguntan por qué saco buenas notas siempre digo que es porque echo muchas horas de estudio; siempre he estudiado mucho, durante toda la carrera desde el principio de curso".

Salva ha sacado su plaza justo al año siguiente de terminar los estudios: "Precisamente por eso, ahora se considera muy difícil obtener plaza, porque la mayoría de aspirantes son recién egresados que se preparan intensamente". Él lo hizo en una academia especializada en la preparación del examen MIR, que tiene sedes en Sevilla, Madrid, Pamplona, y Oviedo. Eligió esta última capital casi como terapia anti tentaciones: "Allí en Asturias, alejado de amigos, de playas y de diversiones conocidas, me parecía que era más fácil concentrarme sólo en los estudios".

A la semana de acabar la carrera, en junio de 2015, ya estaba el aspirante sumido en una dura disciplina diaria que incluía tres horas de clase y al menos otras siete u ocho de estudio. "Ese método es el que más se adapta a mi forma de trabajar, no quiere decir que sea el secreto del éxito. Otros pueden elegir, por ejemplo, academias que no den clase diariamente y un examen semanal... depende de cada uno". Así, durante siete meses, sólo interrumpidos por dos breves periodos vacacionales de cuatro días, en los que aprovechó para visitar a su familia en Chiclana.

"El descanso es igual de obligatorio que el estudio. La norma de la academia rezaba que los domingos son sagrados, nada de libros, algo de deporte, desayuno con los compañeros, excursiones por Asturias... Si no te tomas este respiro no puedes aguantar el ritmo. Eso sí, el resto de la semana no se puede perdonar", dice Salvador, que hizo Medicina en Sevilla por consejo de sus padres, médico y farmacéutica, que le recomendaron hacer la carrera y conocer a la vez otra ciudad después de que cursara sus estudios en San Felipe Neri de Cádiz.

A pesar de sus antecedentes familiares, no es que sea un médico vocacional desde siempre. "Prácticamente me decidí al final, estuve pensando también en hacer Derecho, Farmacia o incluso alguna ingeniería. Pero ahora estoy muy contento, me parece que es una carrera dura, pero bonita y enriquecedora". Ahora tiene entre sus planes disfrutar del tiempo libre hasta mayo, fecha en la que tendrá que tomar otra decisión trascendental: elegir especialidad. "De momento, me inclino por Medicina Interna en Sevilla, y seguramente será la que escoja, pero también me gusta mucho la Atención Primaria, porque me parece que es medicina de verdad".

Cuando se le pide que defina la Medicina Interna, dice que es difícil pero que se podría decir que es la que abarca al enfermo con pluripatología. "A mis amigos, para que se hagan una idea, les digo que es más o menos como lo que hace el doctor House". Esos mismos amigos son los que le aconsejan que haga algo como Dermatología o Cirugía Plástica, que ganará más dinero. "Pero yo estoy convencido de que si no hago Medicina Interna me arrepentiré", asegura mientras recalca que lo que le gusta es el trato con el enfermo. "Me encanta el proceso de hacer el diagnóstico diferencial, por ejemplo averiguar si un caso es de neumonía o de insuficiencia respiratoria".

Con el puesto obtenido, Salvador podría elegir lo que quisiera, pero él no se fija en el nombre del hospital: "Los hospitales grandes de Madrid o Barcelona tienen mucho prestigio, pero para nosotros es peor, porque hay muchos residentes y se tiene menos oportunidad de trabajar. Y es este trabajo el que hace a un buen médico, no el prestigio del centro". Ha conocido el desencanto en la profesión en la sanidad pública, pero mantiene la ilusión: "Lo que he visto es que esos mismos profesionales quemados, a la hora del trabajo no trasladan su cansancio a los enfermos, sino todo lo contrario, se entregan. Esa es mi ilusión profesional".

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