Belén Mazuecos y Pedro Cuadra, en el premio Laguna de Venecia
Diario de las Artes
Los artistas granadinos triunfan en el prestigioso certamen veneciano
Insistir en la importancia de la creación artística que se hace en Granada puede hasta resultar cansino. Sin embargo, no por repetido deja de ser menos cierto. No hay nada más que realizar un recorrido por la realidad expositiva española y en varios puntos del mapa nos encontraremos artista relacionados con la plástica granadina ocupando significativos espacios.
Paco Pomet nos ofrece una importante muestra en la galería My name’s Lolita de Madrid, Ángeles Agrela va a ser la artista protagonista en el stand de la galería Yusto/Giner en la feria MACO de México y se prepara para una gran exposición en el Museo de la Memoria de CajaGranada; el joven Álvaro Albaladejo ocupa espacio en el C3A de Córdoba en una importante exposición con artistas muy significativos del arte nuevo; Belén Mazuecos gana el Premio de Dibujo Gregorio Prieto e inaugura la exposición del Certamen, el próximo jueves, en el Centro Cultural Casa de Vacas de Madrid. El que dude, todavía, de la trascendencia de nuestro arte no está muy bien ubicado en este mundo. Y, precisamente, Belén Mazuecos, junto con Pedro Cuadra, son dos artistas granadinos que están de ultimísima actualidad. Hagamos un poco de historia.
Uno de los más importantes premios de artes plásticas que existen en el mundo es el PREMIO DE ARTE LAGUNA de Venecia. Al mismo se presentan miles de artistas de todo el mundo. Un jurado de expertos, salidos de los mejores ambientes artísticos de todo el planeta, se encarga de valorar las obras presentadas y una importantísima exposición, nada menos que en los espacios del Arsenale de Venecia, ese que cada dos años sirve de ideal estancia para una parte de la Bienal que se celebra en la bella ciudad de los canales. De la ingente cantidad de obras sólo treinta pintores han pasado a la final. De todos ellos dos autores españoles: los granadinos Belén Mazuecos y Pedro Cuadra.
Todo un éxito de capital importancia que deja en evidencia la gran trascendencia de estos artistas granadinos en quien, desde hace tiempo, hemos creído y sabemos de su trabajo callado, serio y riguroso, alejado de las alharacas, exuberancias y tonterías que tanto abundan en el mundo de lo artístico. Se trata de un Premio de infinita importancia que abre caminos para canalizar internacionalmente el trabajo de los artistas en un tiempo de muchas carencias expositivas y muy pocas iniciativas.
Belén Mazuecos es profesora titular de la Facultad de Bellas Artes de Granada y hasta el año pasado dirigía el Departamento de Artes Visuales de la Universidad, así como la Madraza. Como artista - hace unos meses presentó su obra en la Sala Pescadería - está en posesión de un lenguaje pictórico particularísimo en el que tras la contundencia formal de un dibujo exacto, elegante y definidor, se descubre un concepto entusiasta que alude a la propia creación artística y al papel difícil que tienen los artistas dentro de ese universo de intereses en el que se encuentra la dinámica artística actual. La artista granadina sabe conjugar a la perfección un continente de poderosa manifestación técnica - su trabajo con grafitos y acrílicos en blancos y negros, le conceden una contundente particularidad creativa y una realidad pictórica única, personal e intransferible - con un contenido muy estructurado conceptualmente que le hace incidir en muchos de los aspectos que intervienen en el arte del momento.
Por su parte, Pedro Cuadra, es otro artista importante salido de la Facultad de Bellas Artes de Granada.
Es un pintor de carácter, con un sentido artístico poderosísimo, capaz de afrontar cualquier situación por difícil que esta fuere. Su dimensión pictórica y su dominio de la realidad le lleva a un estamento creativo donde fondo y forma componen un conjunto de intereses artísticos que, al mismo tiempo que dejan traslucir un portentoso sentido de lo real, abarca un profundo cuestionamiento de esa sociedad totalmente condicionada y cuestionable. Pedro Cuadra pinta con un concepto artístico preclaro, entusiasta y convincente y abre las perspectivas de un estamento artístico donde lo mediato y lo inmediato funden sus registros.
Que Belén Mazuecos y Pedro Cuadra hayan conseguido acceder a los importantísimos espacios artísticos de esa Venecia fundamental en el Arte Contemporáneo no nos coge desprevenidos. Sabemos y admiramos la capacidad artística de ambos, la pasión creativa que los anima, así como las poderosas circunstancias de una pintura a la que ellos acceden con apasionamiento y verdad. Con ellos, el Arte que se hace en Granada - y el toda España - está de enhorabuena.
La marisma protagonista
Lola Montero
Galería Benot
CÁDIZ
Lola Montero siempre ha mostrado un creciente interés por los paisajes marismeños de Cádiz. Lo hemos podido comprobar en varias ocasiones; la última vez en la galería de Fali Benot donde vuelve a presentar su obra. Paisajes de marismas que muestran una apasionante naturaleza, una especialísima luz que incide inquietantemente en el conjunto de los expectantes horizontes y unas variedades naturales, con el protagonismo absoluto de las salinas, que capta la mirada sensible de cualquier buen pintor. LOLA Montero siempre ha mostrado un creciente interés por los paisajes marismeños de Cádiz.
Lo hemos podido comprobar en varias ocasiones; la última vez en la galería de Fali Benot donde vuelve a presentar su obra. Paisajes de marismas que muestran una apasionante naturaleza, una especialísima luz que incide inquietantemente en el conjunto de los expectantes horizontes y unas variedades naturales, con el protagonismo absoluto de las salinas, que capta la mirada sensible de cualquier buen pintor. La exposición nos vuelve a situar en los contundentes registros de una pintora que sabe conformar los episodios de la figuración de manera clara y bien definidos. Desde esas acertadas proposiciones formales, con una pincelada abierta, poderosa... determinante, plantea un paisaje muy particular. No se deja abrumar por las calidades extremas de la luz gaditana ni condiciona el trabajo a las exuberancias lumínicas, todo lo contrario, emplea una paleta sobria, de tierras y azules oscuros, que crean una particular ambientación y definen una pintura de carácter. Por su obra circula una pintura que sólo adopta las formas concretas para establecer simples referencias de lo real; lo demás queda supeditado a la fuerza de la expresión, a los esquemas supremos de la pincelada, a la potencia extrema de unos colores que establecen la propia función de lo que se quiere definir.
Y es que la pintura de Lola Montero, siendo un bello episodio que ilustra un paisaje muy puntual, con una representación tremendamente matizada por la fuerza desmedida de una plástica expectante, no se queda en los meros registros de lo real sino que los intensifica poderosamente para generar una gestualidad que rompe la linealidad figurativa y nos acerca, poco a poco, a una reducción de los elementos constitutivos en favor de una pseudo abstracción que aumenta el carácter pasional del conjunto de la obra. Sin embargo, las piezas que se presentan en la galería de la Avenida Ramón de Carranza son contundentes obras que relatan un paisaje determinado; que sitúan en los horizontes preclaros y particularísimos de unos espacios únicos.En las obras de Lola Montero las salinas ocupan un lugar muy especial.
Ella asume la poderosa identidad plástica de las mismas y desarrolla una teoría plástica de sobrio expresionismo. Lo mismo ocurre con esos paisajes donde, todavía, aparecen aquellos viejos y entrañables molinos de mareas que desentrañan historias pretéritas y dejan vivas una arquitectura única que hay que luchar por mantener. En el paisaje de Lola Montero toda la realidad de ese espacio natural único del entorno gaditano se hace presente con una fuerza desmedida pero con una gran economía de medios. Algo que descubre la potencia representativa de una artista que sabe bien lo que hace y que logra plantear una pintura donde la realidad nos deja sus posiciones más expresivas. Fali Benot vuelve a situarnos en los horizontes de una de sus pintoras habituales. Una artista que insiste en un paisaje marismeño de fuerza inusitada.
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