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"La ejecución de un crucificado supone uno de los retos más complejos de un escultor". El conservador y restaurador emérito del Museo de Cádiz y miembro del Centro de Estudios Históricos Jerezanos (CEHJ), José Miguel Sánchez Peña, fue el encargado de iniciar ayer la primera conferencia del II Curso Historia de Jerez en sus Fuentes. Y lo hizo sin dejar indiferente al personal, con su charla 'El Crucificado de la Cartuja de Jerez y el de San Agustín de Cádiz (Un antes y un después en el crucificado del Barroco andaluz). Historia, Arte y Técnicas'. El investigador entró en materia con una introducción del crucificado a finales del siglo XVI en Sevilla -ya que Jerez y Cádiz dependían de dicha escuela, y con la figura de Martínez Montañés, de comienzos del XVII, "que marca un punto de inflexión con lo anterior y crea además una escuela", para centrarse después en la escultura de la imagen del Cristo de la Buena Muerte de Cádiz (1648), uno de los crucificados más destacados de la geografía española, si no el que más.
Una obra anónima que Sánchez conoce en profundidad, ya que la ha intervenido en dos ocasiones para restaurarla y para conservarla, en 1987 y en 2010, y de la que insistió en que su autoría es de Alonso Martínez, después de que algunos estudiosos se la hayan atribuido a Alonso Cano o a Martínez Montañés. Un nombre (Alonso Martínez) que ya ha comentado en otras ocasiones, y cuya atribución apoya ahora Sánchez Peña en las comparaciones que ha hecho entre varias obras de Alonso Martínez y el crucificado de Cádiz, y con obras de Arce. "Es una figura -añade- que rompe con todo lo que había entonces y sigue muy de cerca lo que hace Arce". Sánchez recordó que la firma en la escultura es "algo extraño, ya que hay muy pocas firmadas. Normalmente se sabe por un documento o inscripción que va en su interior, pero no es generalizado. Y en este caso, no debe haber nada dentro porque la obra es maciza, no está hueca, algo que conocimos por un estudio radiográfico que le hicimos". Lo que se sabe es que la obra fue encargada por un agustino para San Agustín en 1648 para presidir su sepultura y por la que pagó 300 ducados, "una cifra muy alta para la época". En esa fecha está trabajando Alonso Martínez en el retablo mayor, José de Arce y Jacinto Pimentel, "así que no es nada trasnochado pensar que este padre agustino le encargue el cristo a uno de los que está allí". El investigador recuerda también el hallazgo de un documento en el que certifica que en la fecha que está Arce en la Cartuja, estaba Alonso Martínez en Jerez trabajando también, "lo que implica que está viendo lo que hace José de Arce en la ciudad". "Ha habido muchas atribuciones por parte de expertos que luego se retractaban, pero yo ya me he dado cuenta de que la mano es la de este escultor", subraya. Sánchez Peña apunta que si algún día se encontrase el documento que certifica esta autoría, "sería un campanazo porque es una pieza tan extraordinaria que trae de cabeza a todos los investigadores, que se quedaban delante del cristo, parados, sin saber hacia dónde tirar. Creo que hoy tenemos una base seria y firme para hacer una atribución". También hizo referencia a un San Juan Evangelista de un convento de clausura Sevilla, escultura en la que ve también clara la mano de Alonso Martínez.
El conservador se detuvo también ayer en la figura de José de Arce, que se estrena en Jerez, en la Cartuja, "donde están sus mejores obras y lo que hace es romper con lo anterior. No tiene nada que ver con lo que se desarrollaba antes. Es inédito en la forma, la técnica...". A este respecto, Sánchez Peña asegura que cuando el escultor crea el crucificado de la Cartuja (hoy expuesto en la Catedral), "ya se está viendo algo revolucionario". El restaurador analizó esta obra de Arce tanto técnica, como estilísticamente a través de imágenes antiguas. "Un hombre con mucha personalidad que estuvo en Italia, de donde trajo ideas muy novedosas. Allí hizo grabados, que era el medio de difusión gráfico antes. Un escultor que trabajaba con formas globales, que hizo el cristo de la Cartuja como si se mirara desde una planta baja a un tercer piso, ya que estaba en el ático del retablo. No por ello hizo nada para salir del paso, sino que la figura resiste tal como se ve ahora en la Catedral. Una pieza fantástica". Sánchez Peña subrayó además que están apareciendo figuras de Arce "poco a poco" -ya que el catálogo que había era escaso, hasta que la historiadora Esperanza de los Ríos le dedicó una monografía-, como el cristo sentado en una piedra, de la Estrella, de Sevilla, que tenía un documento en su interior con la autoría. Otras halladas han sido averiguadas por similitudes.
Este II Curso de Historia de Jerez en sus Fuentes está dedicado a la memoria del restaurador jerezano Paco Bazán. Una cita que está organizada por el CEHJ y el Centro de Profesores (CEP), con la colaboración del Ayuntamiento. La próxima conferencia será el jueves, a las 19,30 horas, a cargo de Esperanza de los Ríos, que hablará de 'Las fachadas retablo y sus esculturas en piedra como elementos articuladores del urbanismo".
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