Duane Michals (McKeesport, Pennsylvania, 1932) cogió una cámara por primera vez en 1958. No era suya. La pidió prestada a un amigo durante un viaje a la Unión Soviética -en plena Guerra Fría-, en el que no paró de preguntarle a la gente lo único que había aprendido en ruso: "¿Le puedo hacer una foto?". El experimento se tradujo en unos estupendos retratos, que lejos de cumplir los requisitos a nivel formal, cumplían el objetivo más noble de una instantánea: captar la atención del que la mira. De formación autodidacta, aquel licenciado en Bellas Artes decidió abandonar su trabajo como diseñador gráfico para convertirse, cámara en mano -ya suya-, en la viva imagen de la libertad creativa.

El Centro José Guerrero inaugurará el año con una retrospectiva dedicada a este creador considerado punta de lanza de la fotografía conceptual. La exposición organizada por la Fundación Mapfre en colaboración con la pinacoteca granadina, que se podrá ver del 26 de enero al 1 de abril, ya ha pasado por Barcelona creando gran expectación en el público y la crítica. "El Centro Andaluz de Fotografía nos comentó que nos habíamos adelantado, que la querían para ellos. Duane Michals es un referente para toda una generación y no se había visto nunca en Granada, ni en Andalucía, una muestra así. Es la más importante hecha en España", recalca el director del Centro Guerrero, Francisco Baena.

Su arte rompió con el 'instante decisivo' en una época marcada por el fotoperiodismo

Artista en equilibrio entre la fotografía y la poesía, Michals es uno de los nombres más prestigiosos de la vanguardia norteamericana. En los años sesenta plantea una nueva aproximación a la fotografía que no pretende documentar los hechos o la verdad, sino ocuparse de los aspectos metafísicos de la vida. A través de una obra muy personal y de una originalidad extraordinaria, el creador ha desdibujado las fronteras entre la fotografía y otras disciplinas como la poesía o la pintura, convirtiéndose en uno de los artistas que con mayor intensidad ha renovado el lenguaje fotográfico durante los últimos sesenta años. "Ha revolucionado la manera de hacer instantáneas precisamente por la libertad que le dio no tener una carrera de fotografía propiamente. Se acercó a ella sin ese background", señala Baena.

Sus grandes maestros han sido pintores como Balthus, René Magritte y Giorgo de Chirico -a estos dos últimos los retrató- antes que fotógrafos. "Ha bebido principalmente de artistas plásticos, pero también de la literatura y el cine", destaca el director del Centro Guerrero. Se acercó a la narración cinematográfica a través del uso de secuencias fotográficas cuidadosamente construidas. Su arte digamos rompió con ese "dogma" del instante decisivo de Henri Cartier-Bresson para desarrollar en cuatro, seis, ocho o más fotos un relato, una situación, en una época marcada por el fotoperiodismo.

Asimismo, traspasó los límites del medio, incorporando sobre sus copias positivadas textos manuscritos que añaden una dimensión más profunda a sus fotografías. Con una técnica y una iluminación poco complicadas y una escenografía muy cuidada, en su obra se aproxima a las grandes cuestiones del ser humano, en muchas ocasiones a través del juego y la ironía.

Con estos elementos construye también sus retratos, en los que intenta reflejar no tanto el físico de su modelo sino más bien su identidad y los elementos que mejor le caracterizan. Entre la nómina de fotografiados, se encuentra Truman Capote, René Magritte, Andy Warhol, Marcel Duchamp, Pasolini, Giorgio de Chirico, Marguerite Duras, Truffaut, Clint Eastwood, Scorsese, Madonna, Richard Gere y Sean Penn, entre otros. Buena muestra de ellos se podrá ver en la exposición de este genio que, según Baena, tiene la "misma vitalidad y vocación" que Luis Gordillo.