En la polémica que venimos analizando entre Jerónimo de Estrada y el P. Flórez, el acuerdo al que llegan las partes es determinante. Asunto zanjado con el Corregidor, que en base a la disposición de la Corona, cuidaría de ahora en delante de la colección de Antigüedades Romanas , que se trasladaría a un depósito en el Cabildo. Flórez, por su parte, rectificaría cediendo ante Asta, como así hizo constar en el tomo X de España Sagrada, centrado en las diócesis dependientes (aun) de Sevilla, ya en 1763.
Tales acuerdos, sin embargo, dejaban abiertas algunas cuestiones que tampoco se solucionarían en el siglo XVIII. Porque, por un lado, la Iglesia seguiría reclamando el reestablecimiento de la antigua silla episcopal (como de hecho se hace aun en 1782 cuando se envía una Representación a Carlos III) volviendo sobre las viejas argumentaciones de la polémica Asta – Asido, y aun en 1763, cuando Flórez accede a la corrección y prepara su viaje por Andalucía Occidental (visitará la colección de Antigüedades del cabildo de Jerez en 1768), proliferaban Demostraciones sobre la Antigüedad de Jerez, como la de Francisco de Mesa, canónigo de la Colegiata.
La lectura del título de la obra es muy elocuente: Demostración histórica de haber sido la ciudad de Xerez de la Frontera y en su término Tarteso, Turdeto, Xera, Carteya, Asta Regia, Asido Cesarina, Astidona, Asidonia, Xerez Saduña y Xerez Sidonia, capital del antiguo Obispado Asidonense, no unido a el de la Metropolitana de Sevilla, ni trasladado a la ciudad de Cádiz.
Toda una declaración de intenciones con la que, tirando de la toponimia que habían dejado las fuentes clásicas (Estrabón, Plinio y Ptolomeo en particular) trata de mitificar los orígenes. Eso si, aparecen nombres como Turdeto, supuesta capital de la Turdetania, que nunca existieron, y se mencionan claramente núcleos como Carteia que ya entonces iban siendo situados con claridad. Por otro lado – hay que decirlo- no se menciona Ceret, sino la Xera de Stephanos Byzantinos (Ethniká, 481). En ese momento, ni siquiera Flórez o Estrada se habían planteado una posible conexión entre Xera, que ya era citada por Teopompo en el siglo IV a.C, y la moneda de la Plaza del Mercado (tenían claro, pues, que no eran lo mismo). Por lo demás, la relación de topónimos, todos ‘en el término de Jerez’, hacía ver que el antiguo y pretendido Obispado Asidonense administraría un territorio bastante amplio, que llegaría hasta las columnas de Heracles.
Pero volvamos a Estrada y a sus Antigüedades. Sabiendo como sabía que Mesas de Asta ya era entonces un yacimiento expoliado, cantera para el coleccionismo de Antigüedades, era lógico que se preguntase al menos si los vestigios que él había recogido en su informe eran de Jerez o de Mesas de Asta (e insistimos, aun sin identificar la moneda de Ceret con Xera), pues si en la Plaza del Mercado había una estatua de mármol blanco vestida a la romana, y – además de la de Ceret- en la ciudad han aparecido monedas de Hércules (¿de Gadir?) e inscripciones dedicadas a Hércules que muestran el culto que se le daba en la ciudad , encontraba la evidencia necesaria para ganar a Flórez en la polémica. Y no solo porque Asta fuese el origen de Jerez, sino porque ésta participaba también de unos orígenes míticos, como aquella, remontándose nada menos que a la edad heroica.
Hoy en día el análisis de las monedas e inscripciones de Hércules no es cuestionable. Todos sabemos que deben asociarse con el culto de Hércules Gaditano, y que es muy probable que en Mesas de Asta haya más indicios de ello. El propio testimonio de Estrabón (Str. III, 2, 2) recuerda que Asta es un emporio comercial en donde los Gaditanos hacen intercambios con los turdetanos. Por ello, las dos inscripciones en las que se deja ver un culto a Hércules, y que aparecen citadas como procedentes de Jerez, tienen que ponerse en este contexto.
La primera (CIL II, 1303), parece ser un ara consagrada a Hércules Augusto. Puede ser entendida en el contexto de las empresas mercantiles gaditanas, en torno al Herakleion, el gran templo del Hércules Gaditano que todos convienen ubicar en Sancti Petri. Pero mejor puede plantearse como una muestra del culto imperial que se está consolidando en la zona a partir del proceso de colonización desarrollado por los romanos, y que supone la supeditación de la población al poder imperial, y un elemento de cohesión social ya utilizado desde Augusto. Es un culto claramente urbano, y por ello necesariamente desarrollado en una ciudad romana con un templo romano: bien un municipio (Gades), bien una colonia (Asta, Asido). En Jerez no hay restos de estas estructuras, y ni entonces Estrada ni ahora la arqueología las ha encontrado. Eso si: Flórez recogió el dato de Estrada para reforzar la tesis del antecedente de la sede episcopal en Asido Caesarina (España Sagrada, X 27).
¿Procedía de allí, Medina Sidonia, la inscripción, o de Mesas de Asta? ¿ Podemos decir lo mismo de CIL II, 1304, en la que Quinto Castricio también hace una ofrenda a Hércules Augusto?. CIL II 1303 se dice ‘encontrada en Jerez en 1753’. Por su parte, CIL II 1304 ‘ya estaba en Jerez empotrada en una casa frente a la iglesia de San Marcos’. Quizás las dos ya estuvieran allí antes de la fecha, independientemente de cuándo se encontraron o fueron ‘anotadas’ para la Disertación.
La comisión de Antonio Mateos dio también dictamen de pertenencia a Jerez a dos inscripciones funerarias: CIL II, 1307 y CIL II, 1309. La primera fue encontrada in situ en una viña del Pago de San Julián, y es la única inscripción de 1753 que podría quedar fuera de sospecha, por tratarse de una lápida funeraria - la de Lucio Alpidio- cuyo contexto puede asociarse al de una villa, algo bastante más acorde con el término Ager Ceretanus y con lo que la arqueología nos depara actualmente. Sin embargo CIL II 1309, la tercera inscripción de Estrada, aparece de nuevo dentro de Jerez, en la Puerta del Arenal, y cortada (sic), leyéndose tan solo el nombre del difunto, Lucio Cecilio, que encarga la inscripción ex testamento. Una inscripción que fue utilizada como otras muchas para sillares de refuerzo de la muralla de Jerez, ésta en particular por su dureza (era de pedernal negro).
Finalmente, llegamos a la inscripción estrella: una columna con una inscripción honorífica encontrada en la Puerta Real (CIL II, 1306), también conocida como la inscripción del marmolillo. La única de la Comisión de 1753 que no ha desaparecido, que también es referida por el Cabildo (M 12 D, fº 95), pero lamentablemente en muy mal estado por el desgaste de la superficie. Una inscripción polémica porque su lectura se ha interpretado desde diferentes posiciones y porque, desconociéndose su procedencia real, muchos han asociado con Ceret, y otros con Mesas de Asta o incluso con Asido. Otro argumento para la polémica.
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