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La enciclopedia sonora de Manolo Sanlúcar

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El Teatro Villamarta rinde tributo al maestro sanluqueño con un espectáculo irrepetible, de dos horas de duración, y en el que se recorre parte del legado del artista

El homenaje a Manolo Sanlúcar en imágenes

Cristina Hoyos, con Manolo Sanlúcar de fondo. / Miguel Ángel González
Fran Pereira

26 de abril 2023 - 13:16

No debe ser fácil resumir en apenas dos horas el legado de un artista como Manolo Sanlúcar, un músico completo y cuya carrera ha sido una constante en la creación y en la inquietud. Por eso, tiene mérito el trabajo diseñado por Juan Carlos Romero en el homenaje que desde la Consejería de Cultura se quiso ofrecer el pasado martes en Jerez al guitarrista sanluqueño.

Romero diseccionó la carrera del músico en varias partes, partes que bien analizadas, tal y como apuntaron las siempre sabias palabras de José Manuel Suárez Japón al iniciar el espectáculo, nos acercaron a "un artista singular, un guitarrista, un músico, un teórico, un escritor y un poeta". Todo ello es válido cuando se habla de Manolo Sanlúcar, cuyo busto presidía el hall del Villamarta con la misma sonrisa de satisfacción que seguramente estaría mostrando allá donde esté.

Fueron dos horas, dos horas intensa de música y emociones, porque al toque de guitarra, de acompañamiento, solista y sinfónico, se acercó también el cante y el baile, además de la impecable aparición de Antonio Dechent, encargado de otorgar el toque teatral y de servir como hilvanador de las escenas.

Todo fluyó con naturalidad y las apariciones de los artistas elegidos, donde bajo mi punto de vista faltó Mercedes Ruiz, la única artista que ha coreografíado (y con éxito) una de las obras de Sanlúcar, se sucedieron con celeridad sin dar oportunidad a la monotonía. Quizás fue ese otro de los aciertos del montaje, que no obstante estuvo centrado excesivamente en 'Tauromagia', pero variado y directo.

Fue precisamente un vídeo de Manolo Sanlúcar interpretando 'Oración' quien se encargó de abrir el programa, una rondeña a la que puso coreografía Cristina Hoyos, que se llevó los primeros aplausos de un público un tanto irrespetuoso a veces y bastante bullicioso durante toda la noche.

'Nacencia', otra de las grandes ramas de 'Tauromagia', dio continuación a la noche, esta vez realizado a trío por Juan Carlos Romero, José Antonio Rodríguez y Rafael Riqueni, un diálogo variopinto con tres formas distintas de concebir la guitarra.

La Macanita regaló entonces, tras templarse con una ronda de cantes de fragua, una pincelada del tema 'De muleta', también de 'Tauromagia'. Su voz desgarrada estremeció el patio de butacas al son de la guitarra de Manuel Valencia que puso de manifiesto su potencial guitarrístico, un potencial que a veces no se le reconoce, pero que evidencia cada vez que se sube a un escenario. Sus apariciones fueron un ejemplo de superación y de consistencia, con una pulsación poderosa y un toque limpio y pausado, teniendo en cuenta la dificultad interpretativa de la música de Manolo Sanlúcar.

José Antonio Rodríguez dio enjundia a 'La farruca del Desconsuelo', un tema que ya había grabado en su disco 'Anartista' y al que otorgó su especial sensibilidad, y Riqueni hizo lo propio con la 'Soleá de los llanos', que también grabó en 'Herencia', y con el que se llevó algún que otro grito cariñoso del público.

Apareció después Eva Yerbabuena y Merche Esmeralda, dos generaciones del baile, para asomarse a otra de las grandes composiciones del maestro, 'Medea'. Con la música de guitarra grabada, Eva asumió el protagonismo principal (con una coreografía con sello propio) arropada por el sonido directo de la Orquesta Sinfónica de Triana, que participó bajo la dirección de Manuel Alejandro.

'Maestranza', el mítico tema, se apoderó del Villamarta auspiciado por los sones de Juan Carlos Romero, José Antonio Rodríguez y David Carmona, y con la percusión de Paquito González y Tino di Geraldo. Le siguió Diego Carrasco, que nos llevó hacia el Manolo Sanlúcar escritor, ejecutando un peculiar pregón acompañado por su propia guitarra.

Casi sin darnos cuenta, el homenaje había superado ya la hora de duración. Pero aún había grandes momentos. Uno de ellos lo protagonizaron Juan Carlos Romero, Carmen Molina y la Orquesta Sinfónica de Triana con 'Campana del Alosno', acercándonos a la inmensidad del fandango de Huelva. Da gusto combinar la orquesta sinfónica con el flamenco en directo, algo que por desgracia podemos disfrutar poco, pero que cuando sucede, es toda una delicia.

El otro gran momento tuvo nombres propios: Pasión Vega y Borja Évora, que nos mostraron al Sanlúcar compositor con 'La Gallarda', el tema que Manolo compuso en su día para Ana Belén. Borja se acomodó en el piano, miró hacia la proyección de su tío, se besó los dedos y los lanzó hacia él. Mientras, el aura de luz que rodea a Pasión Vega se fue haciendo más grande conforme avanzaba por el escenario. Porque la artista malagueña no sólo es un portento a nivel vocal, sino que llena la escena con una grandeza como pocas.

En el tramo final, David Carmona interpretó con templanza 'La bulería del Mixolidio', que también grabó en su día en su disco 'Un sueño de locura', y Carmen Linares, de nuevo con la guitarra de Carmona, recordó el disco 'Locura de brisa y trino' que musicó el sanluqueño sobre poemas de Federico García Lorca.

Volvió de nuevo el baile, esta vez con Farruquito y Pastora Galván, que pusieron coreografía a otra pieza de Medea, también con la guitarra enlatada de Manolo y la música en directo de la Orquesta Sinfónica de Triana. Fue un momento especial, sobre todo porque no es habitual ver a Farruquito exhibiéndose en un paso a dos, un registro en el que no se prodiga en sus espectáculos.

El sosiego de Medea quedó roto con la garganta de Jesús Méndez, que con el respaldo de Manuel Valencia, rescató 'Maletilla', otro tema de 'Tauromagia', imprimiéndole un sello personal magnífico. Su voz limpia, engarzada con los cristalinos coros de Carmen Molina, Naike Ponce y Los Mellis, levantaron los aplausos. La réplica la puso Diego Carrasco con una pincelada de la Puerta del Príncipe, y se remató con 'Que comience la fiesta', aquella pieza enmarcada en el disco 'Ven y sígueme' que Manolo, a modo de productor, realizó con Rocío Jurado y Juan Peña 'El Lebrijano' y donde la guitarra de Manuel Valencia volvió a brillar junto a las voces de Carmen Molina y Naike Ponce.

El cierre, en esa inquietud del músico sanluqueño por investigar y reclamar "su derecho a contar la historia de Andalucía a su manera", como bien indicó al principio Suárez Japón, llegó con su 'Canción de Andalucía', que interpretó de manera magistral Carmen Molina arropada por todos los participantes, y con una bandera andaluza sobre el escenario. Fue un momento especial, pues la letra que compuso el maestro para ella no deja indiferente a nadie y se postula como un himno no oficioso de esta tierra, algo que el público recibió, respondiendo con palmas por bulerías.

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