El poeta Miguel Hernández.

La Academia San Dionisio acogerá hoy martes, en su sede de calle Consistorio, 13, la conferencia ‘Itinerario vital y poético de Miguel Hernández’, que impartirá José León-Castro Alonso, catedrático de Derecho Civil de la Universidad Hispalense. Su presentación estará a cargo del Académico de Número de la corporación Francisco Garrido Arcas. El acto dará comienzo a las 20 horas.

En una primera parte, se traza una semblanza subjetiva y tal vez algo idealizada del poeta, incidiendo en su noble y honesta humanidad y en una religiosidad que, siquiera fuera a su modo, le permitió no orillar jamás la presencia de Dios en su obra. El hombre bueno que fue Miguel Hernández jamás dejó de lado ni la esperanza por una patria mejor ni el amor profundo a su familia, todo ello a través de su incomparable poesía.

Ya en una segunda parte, la narración se centra en la biografía del poeta de Orihuela, desde su nacimiento y formación escolar, su decisivo encuentro con Ramón Sijé y Luís Almarcha, su matrimonio con Josefina Manresa y la llegada de sus dos hijos, Manuel Ramón y Manuel Miguel, el tristemente célebre protagonista de las desgarradoras ‘Nanas de la cebolla’. Comienza a quedar de manifiesto en ésta etapa, la desmitificación de Hernández como poeta inculto, casi analfabeto y autodidacta. Nada más lejos de la sólida formación literaria que fue adquiriendo movido por hondos sentimientos hacia los más nobles valores de todo hombre, todo ello asimismo fundado y aderezado en pasajes insuperables de una poesía que comenzaba ya a antojarse eterna.

Y finalmente, se recorre su itinerario poético a la par que comienza su lucha interna por principios no ya solo políticos sino fundamentalmente éticos. Se describen los primeros viajes a Madrid, su círculo de amistades de uno y otro bando, la convivencia con los grandes personajes de su generación y, sobre todo, su infinito calvario de cárcel en cárcel por toda la geografía española.

Miguel Hernández, superada su primera visión poética plasmada en ‘Perito en lunas’ y en alguna aventuras teatrales traducidas en un auto sacramental y alguna que otra tentativa teatral, comienza a ofrecernos la inmensa calidad de sus versos en ‘El rayo que no cesa’ y ‘Viento del pueblo’, para finalizar con su obra más comprometida representada por ‘El hombre acecha’ y el ‘Cancionero y romancero de ausencias’. Ya se ha consagrado como un poeta irrepetible y único, y eso jamás se le perdonaría.

Su final es aún más trágico que su propia vida. Condenado a muerte, luego indultado aunque lastrado a pena de treinta años, el hombre y el poeta se van consumiendo. Un periplo de insanas e injustas sentencias, Ley de Memoria Histórica incluida, no conseguirán jamás borrar su huella de hombre generoso, luchador incansable y poeta inconmensurable, gloria de esta España a la que tanto amó.