Nombres que son un libro abierto
La Real Academia de la Historia elabora un Diccionario Biográfico Español de 50 tomos y más de 40.000 personajes, entre los que destacan numerosos jerezanos y del resto de la provincia
Nunca se imaginó Istolacio, un caudillo íbero del siglo III a.C., que su nombre haría historia y que, por ende, iba a formar parte de un libro. Es el personaje más antiguo del que se tiene referencia y una de las 40.000 biografías que integra los 50 volúmenes del Diccionario Biográfico Español. Personas que han destacado en todos los ámbitos del desarrollo humano a lo largo de la historia de España desde hace siglos, hasta los nacidos con anterioridad a 1950, salvo excepciones como los Príncipes de Asturias o la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, que es el personaje más joven que aparecerá en dicho Diccionario.
De esta obra, sin estar aún en el mercado, ya se viene afirmando que es la obra cultural española más importante del siglo XXI o como afirmó el Rey don Juan Carlos cuando le hicieron entrega días atrás del primer tomo, "con este Diccionario Biográfico, España honra su pasado. La Real Academia de la Historia ha logrado dar a España una obra con la que seremos más capaces de conocernos a nosotros mismos, como gran nación forjada y enriquecida, gracias al esfuerzo y genio de sus hombres y mujeres".
El origen del Diccionario se encuentra en la propia Real Cédula fundacional de 17 de junio de 1738, hace exactamente 271 años, por la que el Rey Felipe V erige y protege la Real Academia de la Historia. En efecto, el primer director de la corporación, Agustín de Montiano y Luyando, propuso formar un Diccionario histórico-crítico universal y este primer proyecto fue suscrito de forma unánime por el resto de los miembros, siendo el objeto principal que se incorpora a los estatutos de la incipiente corporación. El plan de este primer proyecto pretendía dedicarse, por un lado, a la sucesión e historia de los reyes de España y, de otro, a los varones ilustres. Sin embargo, la falta de medios materiales dejó inconcluso este ambicioso proyecto inicial, hasta que Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón fue elegido director de la Real Academia, en 1998. Recogió una institución que aún se hallaba en el siglo XIX y casi espontáneamente la introdujo en el siglo XXI, con el fin de abordar definitivamente el proyecto del Diccionario, proyecto del cual el Rey es presidente de honor.
En el año 2000 se celebraron las Jornadas del Diccionario Biográfico en las que participaron los presidentes y directores de las distintas academias españolas e iberoamericanas y todos los académicos numerarios y correspondientes para fijar los criterios de colaboración. Bajo la dirección científica del director de la Academia de la Historia y la supervisión de comisiones específicas para el Diccionario Biográfico Español integradas por Académicos Numerarios, coordinadas por el académico Quintín Aldea, se seleccionaron personajes, se clasificaron, se decidió el autor más cualificado, se asesoró bibliográficamente al equipo de trabajo y se revisaron los trabajos finales.
De este modo, se configuró un equipo de trabajo de diez personas entre documentalistas, personal administrativo y técnico con Jaime Olmedo Ramos a la cabeza, como director técnico. Así, el jerezano Iván Moreno de Cózar y Landahl, Conde de los Andes, miembro de la Comisión Cultural de la Diputación Permanente y Consejo de la Grandeza de España, forma parte de este equipo. Su labor es escoger o determinar los personajes pertenecientes a la nobleza titulada que deberían incluirse entre los más de 40.000 que habrían de figurar en el Diccionario. Iván asegura que tratará "de hacer patria e incorporar el máximo número de personajes jerezanos o de la provincia al Diccionario, así como de andaluces, en general".
Así, aparte de la ministra de Igualdad, se pueden extraer entre el listado de personajes a otros paisanos como Federico Joly Velasco, fundador del Grupo Joly, Francisco Romero Bejarano, Pilar Paz Pasamar y Margarita López de Morla, que organizó durante el siglo XIX unas tertulias intelectuales que rivalizaron con las de la gaditana Frasquita Ruiz de Larrea.
También están José Manuel Caballero Bonald, Bartolomé Gutiérrez en el siglo XVIII, el Padre Luis Coloma, Salvador Bermúdez de Castro en el siglo XIX, o en el siglo pasado a José Pemartín San Juan.
También están eruditos e ilustrados jerezanos como el teólogo José de Cañas en el siglo XVII, los académicos Tomás Andrés de Gusseme y Delgado y Manuel López Cepero y Ardila, así como el obispo Juan Díaz de la Guerra en el siglo XVIII, Miguel María de Panés y González Quijano, IV marqués de Villapanés, el marino Francisco Javier de Salas y Rodríguez Morzo en el siglo XIX y Tomás García Figueras, en el siglo XX. Entre los personajes jerezanos que más repercusión tuvieron en su momento están el presidente del Gobierno el general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, II marqués de Estella, aunque no le andan a la zaga otros políticos como Ramón de Cala que fue vicepresidente del Gobierno, los ministros Manuel Lora Tamayo, Francisco Terán Morales, Rafael de Arístegui y Vélez Ladrón de Guevara, II Conde de Mirasol, Juan Manuel Sánchez y Gutiérrez de Castro, VIII duque de Almodóvar del Río, Francisco Moreno y Zuleta de Reales, VI conde de los Andes. No pueden ser despreciados Carmen Quintanilla de Alvear, después heroína de la emancipación argentina, el revolucionario José Paul y Angulo y el anarquista Sebastián Oliva Jiménez. Cargos de relevancia como Gedeón de Hinojosa que, en el siglo XVI, fue fiscal de las Órdenes y de la Chancillería de Valladolid y perteneció al Consejo Supremo de las Indias y al Consejo Real de Castilla, al mismo tiempo que lo fue Luis de Villavicencio; de éste último fue también consejero en el siglo XVIII, Lorenzo Fernández Gatica, además de consejero de Guerra, al igual que Andrés Manuel Maraver y Vera, al que se le unió además el cargo de regente del Consejo Real de Navarra y presidente de la Real Chancillería de Granada, mientras que Luis Félix Miraval y Spínola, I marqués de Miraval, y su hermano Martín José fueron presidentes del Consejo Real de Castilla y de la Casa de Contratación, respectivamente.
En efecto, el siglo XVIII proporcionó grandes militares como el teniente general Domingo Pérez de Grandallana y Sierra, que fue consejero y secretario de Estado, el teniente general Pedro de Vargas Maldonado, marqués de Campofuerte, que fue gobernador y consejero de Guerra, los generales José, Pedro y Rafael Adorno Spínola. En épocas anteriores están el regidor y alcalde mayor de Jerez, Alonso Fernández de Valdespino, que se distinguió en la batalla del Salado, el caballero jerezano Diego Fernández de Herrera en el siglo XIV, Agustín de Spínola que fue consejero real, Esteban de Villacreces, que participó en las guerras de Granada y fue alcaide de Gibraltar en el siglo XV, así como Juan Gaitán que destacó en las guerras de Italia junto al Gran Capitán y Pedro Benavente y Cabeza de Vaca, que fue alférez mayor y luchó al lado del Emperador Carlos V en las guerras de las comunidades en el siglo XVI. Pero, entre todos estos jerezanos que destacaron en las armas, sobresalen fundamentalmente Pedro de Estopiñán y Virués, conquistador de Melilla, mientras que su hijo Pedro de Estopiñán y Cabeza de Vaca fue el descubridor y conquistador del Paraguay; Pedro de Vera Mendoza, conquistador de Canarias, su nieto Álvar Núñez Cabeza de Vaca, fue conquistador del continente americano como también lo fueron Francisco de la Cueva y Villacreces, que fue conquistador y gobernador en Guatemala; y, sobretodo, José de la Serna y Martínez de Hinojosa, I conde de los Andes y último Virrey del Perú.
Hay que mencionar además a Miguel Pabón de Fuentes y Estupiñán, I marqués de Casa Pavón, que había sido gobernador de La Habana, se le ofreció el Virreinato de Nueva España, pero falleció sin poder tomar posesión del mismo. Otros jerezanos que pasaron a hacer las Américas fueron Juan de Alvarado Bracamonte, Juan de Ampudia, Antonio Bernalte de Linares, Manuel Gaitán de Torres, Alonso Herrera del Lago, Francisco de Morla, Nuño Núñez de Villavicencio, Cristóbal de Ortega, Alonso Pérez Farfán, Pedro Ponce de León, Francisco Rendón, Manuel Sánchez Mira o Pedro de Sarabia Cortés, y, entre los religiosos, Juan Infante, misionero mercedario que acompañó a Colón en su segundo viaje y celebró la primera misa en América, o el Venerable Francisco Camacho o el misionero y tratadista Pedro de León.
En este campo de la religión, debe hacerse referencia por supuesto al hospitalario San Juan Grande o a su discípulo, Alonso Izquierdo, que introdujo la sanidad en la Armada, así como a los arzobispos y senadores Blas Joaquín Álvarez de Palma y Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros, al obispo Francisco Gough Flecher, al jerónimo Esteban Rallón, a los agustinos Manuel Tercero de Rozas o Diego de Villavicencio, o al cisterciense Martín de Vargas, y, entre las religiosas, María Isabel González del Valle, Vicenta Rebollo Aranda, y la beata dominica Antonia Lucía Tirado Ramírez. Entre los jerezanos de ciencias, otros dos religiosos: el cirujano Alonso Romano de la Concepción y Salvador Jiménez Coronado, y entre los laicos, destaca el doctor Fermín Aranda y Fernández Caballero, así como dos zoólogos: el gran historiador Adolfo Parada y Barreto y Alberto Durán Tejera, que tuvo la iniciativa de crear en Jerez el primer zoológico de España; un gran matemático y astrónomo además de marino, Cipriano de Vimercati y Benítez y un ingeniero militar aeronáutico, Antonio Cañete Heredia. Por cierto, en la aviación, Juan Manuel Durán González cruzó el Atlántico con el Plus Ultra, mientras que Juan José Armario Álvarez fue un aviador que destacó en el bando republicano durante la Guerra Civil. Otro ingeniero fue Antonio Castilla López, pionero de la radio.
Y, en fin, una larga serie de ingenieros agrónomos y viticultores dado que Jerez es, claro, una ciudad de 'señores' del vino que ha dado largas sagas familiares como Domecq o González, aunque el primer gran bodeguero fue Juan Haurie Nebot, a quien tildaron de afrancesado tras la Guerra de la Independencia para usurparle su negocio vinícola. De todas formas, ha quedado demostrado que Jerez no es sólo vino, cante, toros y caballos, aunque se muestren en el Diccionario un largo elenco de cantaores, bailaores, ganaderos o matadores de toros.
El número de autores de entradas biográficas en el Diccionario supera los cinco mil, pertenecientes a más de quinientas instituciones nacionales e internacionales, y, entre los jerezanos que han colaborado con sus sugerencias y estudios están Antonio Mariscal Trujillo, José Manuel Moreno Arana, Alfonso Palomino y Martínez del Cerro, Salvador Pineda Salguero, Juan de la Plata, Esperanza de los Ríos Martínez, Romualdo Rodríguez Almodóvar, Manuel Romero Bejarano, Juan Luis Sánchez Villanueva, José Solís de los Santos y Manuel Jesús Sotelino Polonio, entre otros.
Además de los nombres propuestos para las diversas colaboraciones del proyecto, se localizaron especialistas a través de recursos como la Base de Datos de Tesis Doctorales (TESEO), la Agencia Española del ISBN, el catálogo bibliográfico Ariadna de la Biblioteca Nacional de Madrid y de otras bibliotecas nacionales extranjeras, el Catálogo de Publicaciones Periódicas de la Red de Bibliotecas Universitarias (REBIUM) y The Universal Index of Doctoral Dissertations in Progress (PhdData).
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