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Cultura

Los Strauss para empezar el año

  • La orquesta que lleva el nombre de la saga de compositores austriacos dio un concierto en el Villamarta en el que no faltó la calidad ni el buen humor

Aunque con algunos días de retraso con respecto a otros años, la promotora de eventos artísticos, Promoconcert, trajo hasta las tablas del Teatro Villamarta, el pasado jueves, un interesante espectáculo al más puro estilo vienés. No faltaron a la cita ya tradicional en nuestro coliseo, los valses de la familia Strauss. Pero todo ello vino enriquecido con la participación del Strauss Festival Ballet Ensemble, que con sus diez bailarines dieron la nota de color a un concierto muy esperado y al que, por cierto, asistió una cantidad de público considerable si tenemos en cuenta el precio (Promoconcert no suele cortarse un pelo), y también en la fecha en la que nos encontramos. Aún así, digo, el patio de butacas, las plateas y los palcos del Villamarta presentaron un aspecto extraordinario.

La Strauss Festival Orchestra comenzó con 'El barón gitano', para seguidamente continuar con 'Du und du', también de Johann Strauss, que fue el protagonista indiscutible de la noche y al que prácticamente estaba dedicado todo el concierto de año nuevo.

La soprano Elena Shvedova fue la encargada en la primera parte del concierto de deleitarnos con su voz al cantar la aria de Adela, perteneciente a 'El murciélago'. Una pieza que hizo sonar la primera de las ovaciones de la noche, y que seguiría con las coupletes de Adela, también de la pieza 'El muerciélago'. Finalizó la intervención de Shvedova con el maravilloso vals 'Cuentos de los bosques de Viena', composición que, como el resto del repertorio, eran más que conocidas por el público seguidor la música de los Strauss.

En la segunda parte del concierto, sonó 'El vals del emperador', Op. 437, 'Marcha rusa', Op 426 o la polka 'Champagner', que puso colofón a la noche junto 'Voces de primavera' y la inevitable marcha 'Radetzky' en la que participa todo el público tocando las palmas (normalmente incluso antes de que el director de orquesta dé la señal).

El ballet, como decíamos al principio, dio su pincelada, aunque mucho nos temíamos todos que alguno acabara en el patio de butacas, pues no parecía haber demasiado sitio entre el concertino y la corbata del escenario. Por suerte, todos disfrutamos de una noche estupenda y sin contratiempos.

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