"Con 'Zipi y Zape' quería sentir de nuevo la felicidad de los 12 años"
Oskar Santos. Director de cine
El realizador vasco parte de los personajes de Escobar para proponer una aventura que quiere recuperar "la ilusión increíble" de la infancia y la pubertad
Nada en el debut en el largometraje de Oskar Santos, la intriga El mal ajeno, hacía presagiar que el director sería el responsable de dar una nueva vida cinematográfica a dos de los personajes emblemáticos del tebeo, Zipi y Zape. Santos (Bilbao, 1972) mantiene en la adaptación el poco aprecio a la autoridad y ese alma díscola de los dos gemelos creados por Escobar, pero Zipi y Zape y el club de la canica descarta el entorno costumbrista de las historietas para plantear una aventura que sigue la estela de títulos míticos de los 80. Las prometedoras cifras registradas en su estreno -la producción superó el millón de euros el primer fin de semana- han hecho respirar a los responsables del proyecto.
-Enhorabuena, porque el proyecto entrañaba riesgos, pero parece que la apuesta ha funcionado bien en taquilla.
-Sí, la verdad es que entrañaba muchos riesgos, más de los que pensé hace tres años. El cine, en general, ha sufrido un gran bajón. El otro día fui a ver Gravity, que para mí es una de las películas-acontecimiento de los últimos diez años, y su recaudación en todo el mundo está siendo espectacular, y sin embargo en España arrancó como número uno, pero no son las cifras de antes. Lo importante es que a los niños les está entusiasmando Zipi y Zape: me tienen frito con mensajes de amigos o de amigos de amigos que me cuentan que sus hijos han disfrutado muchísimo.
-Ese entusiasmo se percibió ya en su paso por San Sebastián.
-El pase de Toronto fue muy bonito, y la crítica de The Hollywood Reporter fue espectacular, pero lo de Donosti ha sido el momento más emocionante de mi carrera, y entre una cosa y otra llevo 20 años, porque son 3.500 personas. Nos pegaron una ovación: Daniel Cerezo, que hace de Zape, se emocionó. Los de la distribuidora vinieron con un dato espectacular: que habría unos 2.000 niños y sólo habían salido tres al servicio. Eso es fantástico en una película infantil.
-Es curioso que el primer lugar donde se presentaron estos Zipi y Zape fuera Toronto. ¿Estar en el festival ha ayudado mucho a las ventas internacionales?
-Me contaron que las películas familiares son más complicadas de vender, aunque está funcionando bastante bien. Lo que creo es que va a tener largo recorrido, como espero que tenga en salas, en las ventas. Va a ir poco a poco, tiene que ir ganando tanto su público como sus ventas con el visionado y las respuestas. Por ahora está gustando, y eso acabará poniendo las cosas en su sitio.
-Algunos críticos han señalado que estos Zipi y Zape no se parecen mucho a los originales, que el filme es diferente a los tebeos.
-Yo no estoy de acuerdo con eso, y además no me parece un argumento para decir que una película no funciona, como han hecho algunas reseñas, pocas. La mayoría están siendo muy buenas, en eso estoy sorprendido.
-Usted insiste en que quería una mirada lúdica, y no nostálgica.
-Yo me tomé este encargo como la posibilidad de volver a sentir que tenía 12 años. Yo tengo un recuerdo de esa época: que cada vez que veía una película que me gustaba, leía un libro que me atrapaba, era todo una aventura, hasta salir con tus amigos. Lo hacías todo con una ilusión increíble. Yo quería que Zipi y Zape fuera eso: un viaje a ese estado de felicidad, a esa necesidad de conocer, aprender, vivir, que tienes con esa edad.
-Siempre menciona Los Goonies o Exploradores como referencias. Sí hay cierta nostalgia en eso, en mirar hacia un tipo de cine juvenil que quizás ya no se hace.
-En lo último no estoy de acuerdo. Si te fijas, las películas que más éxito han conseguido de Pixar tienen una base muy clásica, tienen mucho de ese espíritu del cine infantil y juvenil de aquella época. Y la saga de Harry Potter es muy deudora de ese clasicismo. Yo intentaba mirar un poco eso, el encanto que transmiten todas aquellas cintas que para mí han sido las destacadas en estos 30 años que han pasado, Los Goonies, Indiana Jones... Las de Pixar nunca descuidan al público adulto. Jorge Lara, el guionista, y yo, tuvimos desde el principio el objetivo de que los padres compartieran el entusiasmo.
-Un detalle que le da un aspecto curioso a la producción es el rodaje en Hungría.
-Fue un acierto. En su momento tuvimos grandes dudas, pero buscábamos descontextualizar la historia. Yo veía que no funcionaba el intentar recrear el mundo donde transcurrían las peripecias de Zipi y Zape. Lo que sí iba a funcionar es la vigencia de los personajes, y eso es el eje de la historia: son Zipi y Zape metidos en un colegio donde está prohibido jugar. ¿Qué harían? Revolucionarse, travesuras, gamberradas. Luego metimos la búsqueda de un tesoro, que, sí, eso es más deudor de ese cine de los 80 del que hablábamos antes. En nuestro propósito de descontextualizarlo, buscaba un sitio que tuviera una cierta atmósfera de cuento. Budapest es una ciudad mágica, encontramos unos decorados naturales extraordinarios, no sólo el castillo de Tura, también los interiores, o el antiguo cementerio judío de Budapest, que es un sitio espectacular en el que no había rodado nadie en diez años.
-Para la banda sonora ha contado con Fernando Velázquez, uno de los músicos más prolíficos e interesantes del cine español actual. Tiene pinta de que el compositor ha disfrutado muchísimo con este trabajo.
-Fernando es íntimo mío, hizo la música para mi primer corto. Es un cohete, es el músico español con más recorrido en los próximos años, exceptuando a Alberto Iglesias, que es un consagrado absoluto. Esta película era para él era un juguete, pero también un regalo envenenado. Ha tenido poco tiempo, en general ha sido para todos un desafío permanente, ya no hay el dinero que había antes. Pero ha hecho un score precioso.
-¿Y usted? Después de un cambio de registro como el de Zipi y Zape tras haber hecho El mal ajeno, ¿qué tiene pensado?
-Estoy en ello. Estoy abierto a ver si tengo alguna propuesta. Ésta no deja de ser una película que me llegó, yo nunca había pensado en hacer cine familiar. Sé que las cosas están complicadas en España, pero yo no me cierro si la propuesta es interesante o me dejan llevarla a mi terreno, como ha pasado con Zipi y Zape. Yo no me ato a ningún género en general, a mí me gustan las películas, no me importa su género o su procedencia. No tengo claro qué va a ser lo próximo, pero sí siento que va a ser algo diferente.
No hay comentarios