Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

Cultura

De damas en apuros a jóvenes rebeldes

  • La independencia de los últimos personajes femeninos de la factoría Disney refleja los avances de la mujer en la sociedad

Hace casi 75 años un soñador llamado Walt Disney dio vida a un proyecto bautizado por sus contemporáneos como "la locura de Disney". El resultado fue el lanzamiento, en 1937, del primer largometraje de animación de la historia, Blancanieves y los siete enanitos, que sienta las bases de una empresa que se ha convertido en una de las más destacadas del mundo, consiguiendo el objetivo de su creador de llegar al mayor público posible.

Después de esa mujer que mordió la manzana que le ofreció su madrastra, han sido muchos los personajes memorables que ha perfilado esta factoría, que apostó por la imaginación y la dulzura como rasgos principales. Desde un elefante que vuela, en Dumbo, pasando por una familia de perros que escapa de las garras de una malvada, en 101 Dálmatas, hasta un loco genio de la lámpara, en Aladdin.

Entre 1934, cuando se comienza a trabajar en esa "locura", y 2010, fecha del lanzamiento de su último filme, el papel que juegan los protagonistas de las historias ha ido cambiando a medida que la sociedad también lo ha hecho. Quizás el que más ha evolucionado sea el de la mujer, que se ha ido desvinculando de esa esfera doméstica, con la que siempre se ha relacionado, para cobrar un mayor protagonismo en la historia. Este cambio ha sido progresivo. Las primeras princesas Disney representan una mujer perfecta, que busca un amor idealizado y se mueve en el ámbito del hogar. Un ejemplo de ello es Blancanieves, que tras perderse en el bosque encuentra una casita, donde viven siete pequeños hombres. ¿Imaginan lo que hace a continuación? Limpiar y organizar la casa a la que ha llegado.

Tendrá que pasar medio siglo para que esta visión sexista vaya perdiendo peso. A finales de los 80 la generación de Ariel y Jasmine comienza a vislumbrar esa transformación. Son jóvenes incorformistas y rebeldes, que no se resignan con la vida cómoda que llevan. Ya sea negociando con una bruja, que le ofrece unas piernas a cambio de su voz para así salir del mar; o escapando de palacio para acceder a lugares que le están vetados como el bazar, el deseo de estas princesas es explorar nuevos mundos.

Pocahontas y Mulán marcan esa línea en la que la mujer deja de ser una damisela en apuros para convertirse en alguien independiente. Dos figuras fuertes y luchadoras: criadas para ser esposas y madres modélicas, no quieren esto para sus vidas y lo rechazan. Pocahontas, una indígena que se enamora de un colono y decide dejarlo todo para empezar una nueva vida en otra civilización; Mulán, una joven china, durante la dinastía Ming, que roba la armadura de su padre enfermo para acudir a la guerra contra los hunos en su lugar. Ambas están representando unos valores e ideales diferentes a las anteriores princesas.

Pero es con la última heroína de Disney cuando se ve especialmente ese cambio de roles. Rapunzel es una joven atrevida y con decisión que se escapa de su encierro junto a un pillo ladrón, al que tiene que salvar en numerosas ocasiones, y todo ello portando como únicas armas su larga melena y una sartén.

Como consecuencia de esta metamorfosis de las protagonistas femeninas se da también una evolución en los personajes masculinos. Apuestos príncipes al rescate de sus amadas, a las que apenas conocen, como el príncipe Felipe, en La bella durmiente, van cediendo su lugar a jóvenes dispuestos a asumir un papel en el que ellos son los rescatados como Eric, en La sirenita, o el engreído y travieso príncipe Naveen, de Tiana y el sapo.

Blancanieves y los siete enanitos

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios