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La hora de las musas

Maribel Ortega, María del Mar Moreno y Johanna Raymont presentarán el 21 de marzo en el Villamarta un recital escenificado sobre las mujeres que inspiraron a Wagner y Verdi

La pianista Johanna Raymont (i) y la soprano Maribel Ortega posan días atrás durante los ensayos en la Escuela 'Belén Fernández'.
Arantxa Cala Jerez

16 de marzo 2014 - 05:00

Ha muerto la primera esposa de Verdi, Margherita Barezzi. Él está hundido, en profunda depresión..., está encerrado en su dormitorio. Sólo lee novelas baratas. En escena, una habitación amueblada, a oscuras. Hay desorden y abandono en el ambiente. Verdi está al piano de cola, un candelabro de la época, partituras antiguas por el suelo, una pluma, una mesa y alguna silla. Y detrás, siempre detrás, una mujer. Un beso. Una inspiración. Una musa. Como lo son la soprano Maribel Ortega, la bailaora María del Mar Moreno y la pianista Johanna Raymont. De su creatividad ha nacido 'El beso de la musa', un peculiar espectáculo que se pondrá en escena el próximo viernes, 21 de marzo, a las 20 horas, en el Teatro Villamarta. Una cita en la que la palabra, la música y el canto se combinan en forma de recital semi-escenificado para rendir homenaje a los compositores Giuseppe Verdi y Richard Wagner en el bicentenario de su nacimiento el año 2013. El objetivo es dar a conocer, a través de las obras seleccionadas, las musas que sirvieron de inspiración a ambos compositores, tanto en el ámbito personal, como profesional: sus mujeres, sus amantes, sus amigas... A la vez se muestran las semejanzas y diferencias entre ambos artistas.

Una propuesta que surge de un recital inicial sobre Verdi y Wagner de Maribel Ortega que quiso desarrollar después junto a Raymont. "La idea era hacer algo juntas, trabajar en un proyecto común. Comenzamos a diseñarlo, a prepararlo y vino esa idea de escenificar, sin ser un recital a secas. Nació entonces la idea de las mujeres que rodearon a ambos compositores", cuentan las autoras. "Nos dimos cuenta -añade Ortega- que las obras de ambos estaban inspiradas en sus vidas y en las mujeres también. Fueron muchas las que los apoyaron y sin ellas, algunas de sus creaciones no habrían sido posibles. Tenían crisis, depresiones..., y ahí detrás estaban esas compañeras que les animaban a seguir adelante y además les inspiraban de una manera u otra. No es que fueran ellas su única inspiración, sino que fueron muy importantes".

Hablan así de Giuseppina Strepponi, que estuvo junto a Verdi medio siglo, fue una diva del canto que dejó su carrera prácticamente por el músico. Fue su manager, su crítico y además difundió la escuela del canto verdiano. O Teresa Stolz, amiga del matrimonio Verdi, que acompañó al compositor, tras la muerte de Strepponi, en los últimos años de su vida, y se cree que era su amante. Un hombre que era bastante discreto con sus relaciones.

Ambas artistas pensaron en María del Mar Moreno para aportarle dramatismo, aún más sentimiento, hablado, a la propuesta. "Porque además de bailaora, ella es una amante de la ópera, tiene muchos conocimientos sobre la lírica. Le gustaba la idea de compartir escenario con nosotras y de ahí hemos creado la estructura, el guión de la obra", subraya Johanna. "Somos -añade- como tres musas, aunque también representamos mujeres concretas en la vida de compositores". Por ejemplo, Moreno es Giuseppina Strepponi, o Maribel Ortega, que será Teresa Stolz. "Para conocerlas bien nos hemos empapado de toda la fuente posible, Internet, libros, escritos de los propios músicos. por ejemplo, de Wagner, como también era dramaturgo, pues leyendo sus óperas, biografías...".

Para los textos de la primera parte del espectáculo, las creadoras han contado con la ayuda del escritor Santiago Moreno. Para la segunda, Adolfo Ortega ha escrito un monólogo. La iluminación, una parte destacada de la obra, es de Marco Serna. Una puesta en escena que está enriquecida también por el vestuario y las imágenes. "Estamos apoyadas por dos hombres (ríen), aunque la obra se base en mujeres, así que es importante mencionarlos. Nos han ayudado mucho a investigar", confiesa Raymont.

Las autoras hacen una llamada de atención: "este no es un recital de fusión de ópera y flamenco. No lo es. Es usar nuestros recursos artísticos, los de las tres, para homenajear a estas mujeres. María del Mar representa a la musa de la danza en todos sus aspectos, con su expresión corporal. Interpreta un papel, no es la bailaora".

Tanto Verdi como Wagner, a pesar de sus diferencias, buscaban la belleza en la música, en la composición, algo que iba unido a las mujeres, con el amor puro. Intuición, feminidad. "De hecho, aunque en 'Macbeth' en el libreto de Shakespeare es un hombre, la que mueve toda la dramaturgia es una mujer. En 'La Traviata', lo mismo, está dedicada a una mujer", recuerda Ortega. De hecho, otro de los objetivos de la obra es mostrar las diferencias entre Verdi y Wagner. El primero, discreto, humilde, un servidor de la humanidad; el segundo, con maneras de divo, endeudado, un timador... Con caracteres diferentes. Wagner buscaba el amor ideal en toda aquella mujer que encontraba a lo largo de su vida, con todo lo que esperaba del amor: pasión, sacrificio, estabilidad, incondicional... Para componer necesitaba enamorarse. Ambos leen a Shakespeare. Sin embargo, a ninguno de los dos les gustaba aparentar en la ópera, estaban a favor del arte, sin el lujo ni la suntuosidad alrededor del espectáculo.

Tres musas, dos jerezanas y una alemana (afincada en Jerez desde hace más de una década), coinciden en el escenario para acercar al público un espectáculo embriagado de belleza. Una suma para crear un cuarto elemento que ya tiene vida propia.

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