La interactuación del arte y del tiempo

Diario de las Artes

DENTRO DEL MUSEO

Museo Arqueológico

JEREZ

Gloria Aranda.
Bernardo Palomo

12 de diciembre 2021 - 03:04

El Museo Arqueológico de Jerez es de las instituciones culturales más importantes de la ciudad. Lo es porque, aparte de la significación del mismo, con un surtido patrimonial de primera fila y con una categoría museológica indiscutible, desde dentro se están haciendo las cosas muy bien. Existe interés, mucho interés, porque a los propios objetivos museísticos se les sume una variada programación de asuntos que complementen la realidad de un museo moderno, vivo y en abierta expansión.

Entre los actos que se vienen llevando a cabo en el espacio de la Plaza del Mercado está teniendo lugar una exposición, 'Dentro del Museo', que constata esta significativa labor cultural de la entidad de la que es Restauradora Carmen Martín Mochales y que pone en total sintonía el patrimonio del Museo con la realidad artística contemporánea. La muestra, comisariada por Luisa Porras, integra una serie de amplios postulados artísticos actuales con la realidad histórica que alberga las distintas salas, produciéndose un diálogo permanente entre lo que fue y lo que es, entre la plasmación y recuperación de los objetos artísticos que magnifican la historia permanente de Jerez y su zona de influencia, entre lo que queremos eterno por magnificación de una historia que ansiamos permanentemente viva y con sus aspectos definitorios – la propia realidad de Museo – y una visión específica de los amplios argumentos que definen la práctica artística contemporánea.

Porque la realidad de la exposición no pasa únicamente por presentar algunos de los amplios desarrollos que integran el arte contemporáneo; eso está muy argumentado en las muchísimas experiencias expositivas que últimamente se ubican por salas, galerías, centros de arte y museos; además, no sería la manera de concebir una historia que lleve detrás el nombre de Luisa Porras. Eso no es, excesivamente, difícil y la comisaria sabría ejecutarlo con solvencia y efectividad. El problema radica en ubicar las piezas actuales en el maremágnum expositivo del museo, en organizar un conjunto expositivo que desencadene una de las muchas infinitas posibilidades de interactuación entre lo que fue, lo que es y, probablemente, las actuaciones que llegarán a ser. Luisa Porras, curtida en muchos buenos proyectos expositivos – aparte de su lúcida capacidad creativa – ha organizado un entramado argumental que conjuga la realidad museística de cada una de las salas con obras de artistas actuales que asumen la historia permanente de cada uno de los espacios donde se presentan.

Recorrido expositivo que aglutina antes que separa, que posiciona ayer y hoy sin diferencias, sólo las temporales; diálogo nunca de contrarios; visiones formales de una plástica, la de ahora, que se somete a los planteamientos estéticos de épocas remotas. La exposición nos abre muchos caminos, nos pone en la senda de un arte global que aglutina espacios que se definen – o no – en muchas de las circunstancias que intervienen en lo artístico y, por supuesto, en la arqueología de la historia. El tiempo ha marcado su inexorable transcurrir pero ha dejado un fondo de extrema sabiduría para que la nueva visión del arte no quede alejada de las disposiciones cronológicas de una historia que se desarrolla sin complejos. Ausencia, por tanto, de complejos en unos artistas que saben lo que hacen y que han sido conducidos sutilmente por los derroteros de una creación que no va a parar de crecer.

La exposición, muy bien planteada en concepto y desarrollo estructural, agrupa las distintas visiones artísticas de autores de muy dispar condición creativa. Los amplísimos modos del arte más inmediato desarrollan su espíritu de suma libertad plástica. Juan Luis Rodríguez de Medina, Celia Márquez Goncer, Eugenio Tapia, Gloria Aranda Millares, Sancho Caparrini, Luisa Porras, Antonio Mejías, Manuel Cruzado, Manuela Bascón, María José Domínguez Parreño, Miguel Parra y Gloria Martín Montaño nos abren a un mundo lleno de diáfanos horizontes artísticos que se envuelven del manto permanente de una historia que ellos han vestido con una nueva mirada.

Muchos son los registros artísticos que sobresalen en la muestra; varios son los artistas que nos dejan un fondo de absoluta esplendidez creativa; algunas de las obras son planteamientos de lo mejor que hoy podemos encontrar; nos hemos entusiasmado con la sutileza pictórica de Miguel Parra, con la sabia rigurosidad de Luisa Porras, con la clarividencia creativa de Juan Luis Rodríguez de Medina – uno de nuestros más grandes artistas que siempre echamos de menos -, con el increíble hacer de Manuel Cruzado que crea con los ojos del alma, con la solvencia pictórica de Antonio Mejías, con los eternos recorridos cerámicos de Gloria Aranda, con el pausado sentido icónico de la obra de arte que posee Gloria Martín, con el rigor escultórico de Sancho Caparrini, con la finura estructural de Celia Márquez, con el concepto de Eugenio Tapia, con el expresionismo de Manuela Bascón o con los guiños del presente al pasado de María José Domínguez. En definitiva, una exposición que marca las sendas de un arte que, dentro del Museo, adquiere un especialísimo sentido.

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