Una investigación rompe ideas de los sacrificios de Tenochtitlán

Los sacrificados habían permanecido al menos seis años en manos de sus captores

Isabel Reviejo México

25 de enero 2016 - 05:00

¿Cómo eran los individuos que se sacrificaban en el Templo Mayor de Tenochtitlán? Las fuentes históricas nos hablan de cautivos de guerra; sin embargo, un estudio reciente sacó a la luz que no todos ellos venían de zonas conquistadas, sino que eran residentes de la Cuenca de México.

"Se tenía la idea general de que los sacrificios provenían en su mayoría de guerras, son parte de las poblaciones que fueron conquistando" los mexicas, apunta en entrevista con Efe el arqueólogo Alan Barrera, responsable de la investigación.

También se creía -continúa- "que venían traídos directamente del lugar de origen y eran sacrificados casi inmediatamente" cuando llegaban a la metrópoli.

Sin embargo, mediante un análisis de restos óseos humanos pudo establecerse que algunos permanecieron al menos seis años dentro de la sociedad mexica. Los hombres jóvenes provenientes de las guerras no constituían el 100 % de los sacrificios, sino que el rango se ampliaba para incorporar mujeres, ancianos e incluso niños.

Para llegar a estos resultados, los investigadores tomaron las muestras de seis individuos hallados en las ofrendas del Templo Mayor, extraídas de la base de los cráneos, así como de molares sanos. Estos restos fueron sometidos a un análisis de isotopía de estroncio, que identifica el lugar de procedencia de los individuos. Este análisis parte del supuesto de que en las sociedades antiguas no era muy factible que los individuos se movieran de un lado a otro y de que estos se alimentaban básicamente de los productos locales.

"A través de la cadena trófica vamos adquiriendo los minerales que tomamos directamente de las plantas y animales, y que estos a su vez toman del suelo local", por lo que un análisis de este tipo compara el suelo de una determinada región con las firmas isotópicas de huesos y dientes, explica Barrera.

De esta forma, si ambas huellas no coinciden, "podemos identificar a un migrante", concluye.

En este caso particular, buena parte de los suelos de la Cuenca de México están compuestos por rocas de origen volcánico, lo que le proporciona una firma isotópica muy particular, de acuerdo con los investigadores. Quedó concluido que los sacrificados analizados permanecieron entre seis y diez años dentro de la sociedad mexica, en México-Tenochtitlán y en sus alrededores, porque es el tiempo que tardan los individuos en adquirir la firma del lugar.

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