Misterio es una palabra tan intrigante como su significado: aquello que no tiene explicación ni se entiende. Es decir, un enigma. O dicho de otro modo, todo lo que desconocemos o no acabamos de comprender, se considera incógnita o arcano. Así, como un monumental galimatías de enredo, podríamos definir también la experiencia vivida en el maldito año pasado, como consecuencia de un desconocido coronavirus cuyo origen aún no está claro, por mucho que desde el principio se venga atribuyendo a un horroroso murciélago chino. Lo que sí acertamos a ver es la devastación que ya ha causado esta pandemia de Covid 19 y, por extensión, el inmenso dolor, ruina e incertidumbres que seguimos arrastrando al iniciar este nuevo 2021.

¿Volveremos a ser normales? Esa es la pregunta reiterativa y generalizada en todo el planeta Tierra, pero las respuestas que llegan vienen envueltas en la ambigüedad, difusas como esos temidos aerosoles invisibles. Tal vez sea que nos equivocamos planteando los interrogantes y por ello seguimos en la inopia. Quizá sería más oportuno cuestionarse ¿qué nos quedará por ver? De momento, esa biblioteca virtual de Alejandría llamada Google no nos saca de dudas y, menos aún, los políticos que esconden su incompetencia con somnífera propaganda, mentiras, demagogia y populismo. ¿Qué sería de nosotros si no fuese por los ‘duendes’ de la ciencia médica? Solo ellos, en silencio y sin estridencias, nos permiten albergar esperanzas en el año que ahora comienza.

Si aceptan un humilde consejo, cada vez que escriban 2021, olvídense del que le antecede y no maldigan los números como si ellos fueran culpables de nuestros dramas o males. No en vano serán cifras también las que formulen toda vacuna o medicamento que venga a liberarnos de este asqueroso bicho denominado SARS-COV-2, que tanto daño lleva acumulado. Ojalá surja pronto ese oráculo divino que desvele todos los misterios que encierra el virus y lo mande a la cueva sombría de la que jamás debió salir...

(*) Jesús Benítez, periodista y escritor, fue Editor Jefe del Diario Marca y, durante más de una década, siguió todos los grandes premios del Mundial de Motociclismo. A comienzos de los 90, ejerció varios años como Jefe de Prensa del Circuito de Jerez.

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