El obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez ha cerrado el grifo a las nuevas cofradías. Cuando menos se esperaba, el decreto se emitía desde Bertemati para dejarle claras las cosas a los párrocos. Poco más o menos dejaba caer que son muchas las cofradías existentes en la Diócesis y pocos hermanos en muchas de ellas para tener nóminas decentes. Muchas de estas cofradías en estado de sedación no han sabido actualizarse y sufren lo que sus juntas de gobierno han sembrado. Otras, en las periferias, se ponen de moda. Para lo bueno y para lo malo. El apostolado en ciertas zonas de Jerez era necesario a través de una hermandad. Sin embargo, esto ha servido para que muchos cofrades con ciertas frustraciones hayan aterrizado en estas hermandades para imponer lo que no pudieron en sus cofradias de origen. Como en botica.

De un tiempo en el que hubo manga ancha, ahora parecer cerrarse el grifo, dejando claro que las agrupaciones parroquiales existentes ya no llegarán a ser hermandades, con lo que este varapalo puede significar para muchos que llevan luchando años por una futura cofradía.

Esto ha abierto un debate interesantísimo en las redes sociales. Y como la carrera oficial, aquí hay opiniones para todos los gustos. No sé si se acerca una nueva marejadilla para tener entretenidas las semanas antes de que lleguen los pestiños. Pero me temo que el debate va para largo.

El caso es que parece que desde Bertemati es posible una línea y la contraria. No lo dice quien firma esta columna, lo afirman muchos que en esto de las opiniones de las redes se están despachando a gusto con el tema.

Quizá se trata de los peligros que se corren cuando el grifo va a toda presión y de una atacada se corta para dejarlo en seco.

Muchas cofradías, haberlas haylas. Pero quizá no ha sido el mejor momento para decretar cuando ya las aguas están revueltas. Con la Patrona, la carrera oficial, el consejo y reparto ya teníamos bastante. Ahora se nos abre otro flanco. No nos aburriremos.