Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Análisis

Manuel Serrano Jiménez

María, corredentora

La suya es una cooperación indirecta por cuanto puso toda su vida al servicio de Cristo

Es un nuevo año y con el esperamos que, por lo menos, nos llegue lleno de la Gracia de Dios y de la salud. Una Gracia de Dios y salud que le pedimos cada día y agradecemos a Dios por ello y que también la Santísima Virgen nos ayude, con su intermediación, a alcanzar nuestras peticiones y llegar a Jesús.

Es la Santísima Virgen la Corredentora ante Dios, ya que Ella, sin mancha, pura y Virgen elegida por El Padre y que, por su deseo, concibió a su Hijo, a Jesús, a través del Espíritu Santo. Para ello, como ejemplo, nada mejor que la festividad que hace pocos días hemos celebrado como es el Nacimiento del Hijo de Dios de una mujer llamada María.

María dio su consentimiento libre para que viniese el Salvador al mundo tal como lo dijo con su SI con su aceptación, con sus palabras: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38).

Trajo al mundo, nada más y nada menos que al Redentor, fuente de todas las gracias. El que nos salvó del pecado. El que nos trajo la Gracia de Dios. El enviado del mismo Dios y a quien en las Hermandades y Cofradías lo reconocemos como tal y a quien también reconocemos a su Madre Santísima como corredentora de nuestras almas.

"Desde el siglo XV se llama a la Virgen CORREDENTORA y la Iglesia lo usa en algunos documentos oficiales. No debe entenderse como una equiparación con Cristo, único Redentor, ya que ella también fue redimida. La suya es una cooperación indirecta por cuanto puso voluntariamente toda su vida al servicio del Redentor, padeciendo y ofreciéndose con Él al pie de la Cruz, pero sin corresponderle el título de Sacerdote, exclusivo de Cristo" (cfr. Vat. li, LG, 60).

Como se puede ver, y como muchos sabemos, es la Santísima Virgen la que, por su cercanía a nosotros, los fieles, los devotos, los que tenemos un gran sentimiento de amor dentro de nuestra religiosidad popular hacia la que es Madre de Dios, a la que llamamos Corredentora, es la que, a través de su Hijo Jesucristo, siempre la oye y a la que nosotros invocamos para que interceda ante su Hijo para alcanzar nuestras peticiones a través de la oración.

Como Ella, también nosotros podemos mirar con atención y conservar en el corazón las maravillas que Dios lleva a cabo cada día en nosotros, en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestras Hermandades. Así aprenderemos a reconocer en la trama de la vida diaria la intervención constante de la divina Providencia, que todo lo guía con sabiduría y amor a través de la Santísima Virgen.

Y todo ello, lo registramos con las distintas advocaciones con la que la llamamos, fruto de nuestro sentimiento, con multitud de nombres, de adjetivos, de alabanzas, en la que queremos representar nuestro Amor hacia la que llamamos y queremos como Madre de Dios y le profesamos, según también lo podemos ver en las Letanías, nuestro gran fervor y devoción hacia Ella.

En mi caso, como es la advocación de Nuestra Señora de la Estrella, Madre de Dios, la que nos alumbra y que con su luz nos guía hacia el camino de su Hijo Nuestro Señor Jesucristo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios