Con la creación de los Premios Ciudad de Jerez en 2002 se daba un paso, en mi opinión acertado, para promocionar todas esas labores, a veces sordas, otras más conocidas, de personalidades e instituciones de la ciudad. Recuerdo que entre los premiados de aquel año estaban Sor Agustina y el doctor Ibáñez, dos ejemplos a seguir. En los últimos años, he visto cómo lo que debería ser algo unitario, empieza a tener un cierto tufillo incoherente, una lástima porque su credibilidad (y está en la calle) está ya en entredicho después de sólo 15 años. Y no me refiero a esa cuestión de la paridad de género, si deben darse más premios a mujeres que a hombres. Se darán a los que los merezcan, pero sin limitar la designación a dicho criterio, de lo contrario sería otro engaño. Me refiero a concesiones sin una base, porque eso de reconocer la labor de instituciones recién nacidas y sin logros convincentes (no les ha dado tiempo) es faltar al respeto a otra gente que lleva media vida haciendo méritos. O se cuidan estos detalles o los Premios Ciudad de Jerez acabarán siendo otro mero juguete político.
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