El parqué
Jornada de caídas
Opinión
La alcaldesa, García-Pelayo, definió perfectamente la situación. “Jerónimo Roldán es Jerez. Y ha sido fiel contribuyente en la transformación de esta ciudad”. Lo clavó.
Ayer, al periodista con mayúsculas Jerónimo Roldán Rosa, se le concedía, de manera oficial, el título de Hijo Predilecto de la ciudad de Jerez. Dirán que nadie es profeta en su tierra, pero siempre hay una excepción. Y ayer pudimos ver la justa salvedad con una de las personas con más jerezanía que he conocido.
Y es que Jerónimo pasea su condición jerezana allá por donde ha estado. Es uno de los mejores conocedores de las luces y las sombras de esta Muy Noble y Muy Leal Ciudad. Quizá de ahí le viene tanto respirar en jerezano. Porque la comprende y la quiere. De jerezania es llegar a un evento taurino y pedirle al camarero, por los bajini, una copa bien fría de su etiqueta preferida, la cual no vamos a referir ahora. Y con la copa en la mano, meterle en la casaca al camarero veinte euros por la amabilidad y la discreción. Eso es tener clase.
Pero por lo que estoy especialmente contento con este otorgamiento a Jerónimo es por su trabajo denodado y por la exquisita cortesía con la que siempre trató a los que nos uníamos a la familia periodística de la ciudad.
La primera vez que lo llamé por teléfono recuerdo que me temblaba la mano. Era la voz que me transmitía las corridas de toros de Jerez cuando uno era un jovenzuelo sin dinero para ir a la plaza. Mientras me quitaba los cuatro vellos de la cara en un descafeinado afeitado con el fin de adecentarme para irme a la feria, la voz de Jerónimo me informaba cómo había quedado Paula. Pasado el tiempo, cada vez que lo llamé, siempre me trató como un compañero y nunca con una voz por encima del hombro. Me ayudó cuando necesité un teléfono o cómo enfocar una información. Aparte de venir a mis programas en varias ocasiones para opinar sobre el estado de la cuestión taurina con total gentileza y respeto.
Por no querer ocupar nunca el primer lugar, la entrega a su vocación periodística, su compresión con las nuevas generaciones y, sobre todo, por su jerezanía, a Jerónimo Roldán se le concede ser Hijo Predilecto de la Ciudad. Bien merecido. Y yo que me alegro tanto como cuando Paula cortaba las orejas en Jerez y el ‘Momo’ me lo narraba con gran ardor por la radio.
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