La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

¿Acaba Montero con Sánchez?

La chapuza de la ley del 'sólo sí es sí' puede ser ahora como la corrupción para Felipe o la guerra de Iraq para Aznar

Ni los indultos a los independentistas, ni la eliminación del delito de sedición, ni el alivio de la malversación, ni las continuas concesiones a los socios tóxicos (ERC, Bildu). Ni siquiera las mentiras y rectificaciones inacabables, el deterioro de las instituciones, el abuso del decreto y la soberbia de un ejercicio cesarista del poder... Lo que puede acabar con Pedro Sánchez es la ley del sólo sí es sí. Sus efectos indeseados y la gestión que hizo el Gobierno de los mismos. Una chapuza para superar otra.

La crisis de la Ley integral de garantía de la libertad sexual tiene todos los ingredientes para erigirse en el momento histórico en que el primer Gobierno de coalición de la democracia española entró en barrena irreversible, dejó de ser creíble para la mayoría social y atravesó el Rubicón de su decadencia irreversible. El punto de no retorno de su ocaso. Entendámonos, los gobiernos no caen nunca por una sola causa, sino por una conjunción de factores que se cruzan e interaccionan, y a veces una medida, una decisión, un escándalo o una crisis les dan el golpe de gracia. Lo fue la corrupción rampante y la guerra sucia en la última etapa de Felipe González o la guerra injusta de Iraq para Aznar.

¿Por qué la ley del sólo sí es sí puede operar de modo semejante con respecto al Gobierno de coalición (lo cual no quiere decir que no vaya a agotar la legislatura, sino que no se repetirá la fórmula en la siguiente)? En primer lugar, porque afecta a un problema sobre el que la sociedad española mantiene una sensibilidad especial, que paradójicamente ha sido construida en gran medida por el trabajo y los planteamientos de los dos partidos gubernamentales (PSOE y Podemos). Pocas cosas preocupan más a la mayoría de los ciudadanos que la violencia sobre la mujer, la violación y la pederastia. Mucho más, desde luego, que el indulto a Junqueras, la matraca de Puigdemont o los desplantes de Otegi y Rufián, que ya es decir.

La sinrazón indignante de quinientos agresores sexuales con las condenas aliviadas por culpa de un gobierno de izquierdas es capaz de imponerse y pasar por encima de sus aciertos en la lucha contra la pandemia y la guerra y las medidas anticrisis económica y social. De momento se ha impuesto al plan-dictado de Sánchez: a partir del 1 de enero sólo se debería hablar de economía. Hay más argumentos. Los vemos mañana.

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