Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
AYER a las 10 de la mañana de la mañana se vio un jinete pasar por el camino Espera, detenerse en la puerta de otro jinete, Canicoba, el que vive debajo del pino gordo donde duermen cientos de pájaros y se despidió.
Iba en una jaca torda, aparejada a la vaquera andando veloz. Los pasos de la jaca repiqueteaban en el suelo con sones de martinete. Varita en mano y sombrero de ala ancha. Miraba a la su diestra buscando el 'Paquete' y no lo veía. Quería despedirse de Don Álvaro pero no lo hallaba. Una voz en el cielo le dijo le dijo: Pelao, cuando trabajes a tu jaca, en el Ángelus, te espero para tomar una copa de Alburejo. No hay prisa, tenemos toda la eternidad.
Si señores, lo anuncio a todo Jerez tenemos un Caballo de Oro menos en la tierra y otro más en las alturas. En una fresca mañana de otoño, cuando comienzan a parir las vacas en las dehesas, los ciervos braman en la berrea y nace la nueva otoñada, Antonio Moreno 'El Pelao' con casi 101 años (los cumplía el 6 de diciembre) ha dicho adiós a sus niñas y ha cambiado su domicilio de la Calle Marisol en la Espléndida (¡Marisol! ¡Espléndida!) por la celeste morada de la Madre de Dios.
Escribí en abril del año 2005 un artículo sobre su vida del cual extracto algunos párrafos:
"Nació el 6 de Diciembre de 1912. Tiene por tanto al día de hoy casi noventa y tres años 'espléndidamente' llevados. Aún monta a caballo y despacha varias copas de vino de Jerez a diario.
Comenzó su contacto con los caballos a temprana edad de diez años montando caballos pura sangre, de carreras en el Desaparecido Real Jockey Club de Jerez, donde los criadores llevaban sus ejemplares para entrenarlos y seleccionarlos. Era entonces presidente D. Bernabé Rico Cortes. Había entonces según me cuenta setenta u ochenta caballos para entrenar. El Jockey Club desaparece con el advenimiento de la segunda república para no existir más. Mas adelante, sus instalaciones sirvieron para alojar el 2º Depósito de Sementales cuando los Cartujos Recuperaron el Monasterio de la Defensión, pues los Sementales del Estado estuvieron allí.
Es en su juventud un fenomenal deportista muy aficionado al fútbol; juega en el Jerez amateur y una lesión importante le produce la rotura de la tibia siendo asistido por el Dr. Girón en su Clínica, repitiéndose la fractura al comenzar nuevamente a jugar este deporte. A causa de ello no se puede incorporar al frente hasta el año 1937.
Dice seriamente que le debe la vida al deporte, pues quien sabe si se hubiese incorporado antes al frente si hubiese fallecido en algún combate.
Acabada la contienda, realiza diversos oficios con familiares cercanos a D. Álvaro Domecq Díez, quien lo reclama a su servicio y a donde estuvo trabajando cuarenta y un años hasta su jubilación.
Su vida se realiza plenamente al servicio de este gran Señor. Es muy querido y respetado. Allí tiene la oportunidad de domar docenas de caballos. Aprende junto con D. Álvaro (fue el precursor) doma de alta escuela con un jinete de Saumur que trae para que les enseñe. Recorre plazas del mundo entero. Su vida discurre entre el Recreo del Paquete, los Alburejos, plazas de toros y tientas de machos a campo abierto. Colabora intensamente en los comienzos de Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre. El padre artístico del jinete Olímpico Ignacio Rambla. Su palmares llenaría páginas enteras. Sus álbumes de fotos son auténticos museos, pura leyenda. Un hombre del pueblo llano, sencillo, de noble espíritu pero muy importante".
En la parroquia donde se rezaron las piadosas exequias por el eterno descanso de su alma se dieron cita, entre familiares y amigos, jinetes de la Real Escuela, aficionados al caballo y tres Caballos de Oro: Luis Fernando Domecq Ybarra (1970), Álvaro Domecq Romero (1972) y Sebastián Zambrano (2011). En Jerez muchas cosas han evolucionado, pero la solera sigue existiendo. En el cante, el modo de domar caballos, en el señorío, en la buena gente. Personas discretas y afanadas cada una en su trabajo y buen hacer. Hace 750 años Jerez era famoso por sus bravos jinetes y sus hermosas cabalgaduras. Cultivemos nuestro pasado y mantengamos vivas nuestras raíces. No se entiendo un Jerez sin caballos ni jinetes. Tenemos la inmensa responsabilidad de una historia importante y el deber de mantener nuestra población en ese nivel. Recuperemos nuestra autoestima. Somos capaces y lo conseguiremos a buen seguro.
Descansa en paz, Antonio. Siempre mantendremos vivo tu recuerdo en nuestra memoria. Tu bonhomía y tu caballerosidad. En la nomina de caballeros jerezanos ocuparas un bien ganado puesto de honor.
También te puede interesar
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
Jerez íntimo
Marco Antonio Velo
Jerez, Nochebuena de 1950
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Una línea en la pared
La ciudad y los días
Carlos Colón
Por el bendito nombre que nos reúne
Lo último