Marco Antonio Velo

Allí donde Jerez sueña

Jerez Íntimo | Espacio patrocinado

‘Sinfonía’, obra del gran fotógrafo Eduardo Pereiras Hurtado.
‘Sinfonía’, obra del gran fotógrafo Eduardo Pereiras Hurtado.

22 de agosto 2023 - 20:23

Jerez/El verano 2023 huye de todo estereotipo. Las temperaturas atacan a bocajarro. Suben con endiablada rapidez, como una amenaza sin sentido de la medida. Los turistas se desplazan sobre un eje centrípeto. La calor -tan lorquiana- también comporta su sentido pedagógico. El sol a veces actúa al dictado del verso de Gerardo Diego: “sacrificador de rebaños humanos”. Pero los andaluces sabemos maravillárnosla -según el argot de la Faraona- para sortear los bramidos del sol, sobre todo cuando ejerce de ojo tuerto y malicia -reconcentrada- de Falconetti. La lectura -ese lenitivo- resurge otra vez como asidero y edén con calma de jazz instrumental. Hace apenas 48 horas una amiga me solicitó la recomendación de un libro jerezano sobre fotografía. La combinatoria no resultaba fácil a la postre. Enseguida caí en mientes -¡eureka!-, saqué la joya de marras de los anaqueles de mi biblioteca personal, escaneé la cubierta con el iPad y pulsé la casilla del envío inmediato. El título de la obra, ‘Donde Jerez sueña’, pronto podría ocasionar toda un serial de respuestas o de propuestas diversas, como las rutas de ultramar.

Porque Jerez sueña en la proclividad -jamás negativa- de la identidad propia. Formulémonos la pregunta y al proviso respondamos al hilo del pensamiento. Para mí, por ejemplo, sueña Jerez en las cuerdas de la guitarra de Paco Cepero -esa dimensión insoslayable, ese firmamento esciente, esa espada flamígera tallada por estrellas de corales—acompañando la voz mesiánica de Camarón -quejido de sangre- para enjugar las ‘Nubes de Platino’ como una mezcolanza -canastera- de pañuelos de abril. Sueña Jerez en el frescor de saliva -que es fuego sin edad- del cante de José Mercé. Sueña Jerez en la pluma literaria -diamante que corta el cristal emocional de la escritura- de las novelas y biografías del padre Luis Coloma. Sueña Jerez en el candelabro de cola de la Virgen de la Soledad. Sueña Jerez en aquella ‘Luna de Nisán’ impresa con la poética de Antonio Gallardo. Sueña Jerez en el vértigo de la noche que ya se sosiega al arrullo del arco de Santiago.

Sueña Jerez frente al rompiente del cante de la Paquera con título de soneto de Quevedo: “Amor impreso en el alma que dura después de las cenizas”. Sueña Jerez sobre la marisma barroca de la poética de Caballero Bonald: “Dichoso aquel que un día desanduvo la vida/ hasta alcanzar la paz de lo no aconsejable”. Sueña Jerez en el calambre de terciopelo de la túnica del Prendimiento asida al costillar in memoriam de Moraíto Chico cada tarde noche del Miércoles Santo. Sueña Jerez en el baile del caballo. En la aritmética de los goles de córner de Yeyo. En el dribling racial -como de piernas bailando por bulerías- de Dieguito chutando al fondo de la red. Jerez sueña en la tinta creadora del bolígrafo dorado Parker de Manuel Alejandro con el que ha escrito todas sus canciones. Jerez sueña en cada éxito de Ismael Jordi en la tierra extraña de los escenarios del mundo adelante. Jerez sueña en el trazo de caramelo de José Ramón Fernández Lira. Y en la gubia de incienso de Paco Pinto Berraquero.

Y en la paleta de gitanería de Manuel Muñoz Cebrián. Y en la peineta -el brillo de los ojos no mienten- de Lola, señores, la Lola que ustedes esperan, con traje o bata de cola, ella es la Lola, señores, de Jerez de la Frontera. Sí: Jerez sueña en el vientre infuso y magistral de la guitarra de Manuel Morao, el antes y el después, estandarte y patriarcado, ramita gitana de yerbabuena. Jerez sueña en el cante puro de Manuel Soto Monje ‘El sordera’: “Me lo venías haciendo,/ por delante buena cara/ por detrás me andas vendiendo”. Jerez sueña cuando una cofradía -génesis y cáliz de los cielos de Tornería- regresa a su templo en la certidumbre hecha materia del Lunes Santo. Jerez sueña en la dimensión del silencio que es retina madre -blanca como una genuflexión ante el Sagrario- de nazarenos de sandalias color avellana y cinturón de esparto al hilo y pabilo de la Madrugada del Viernes Santo.

Jerez sueña en un avioncito que -a fuer de pulsera maternal- cultiva la oración y la recordación por las calles estrechas del barrio de San Pedro. Jerez sueña en la letra de Manuel Ríos Ruiz: “Los pitos del Estampío,/ que sonaban a madera./ Aquellos quiebros de Ochele,/ dueños de la gracia entera./ El genio de Laberinto/ con sus posturas señeras./ Tío Parrilla, hecho ritmo/ de los pies a la cabeza”. Pero Jerez también sueña en este libro que recomiendo a mi leal amiga: compilación de instantáneas del genial fotógrafo Eduardo Pereiras Hurtado -en cuidada publicación editada en 1986 por la entonces Caja de Ahorros de Jerez-. Sueño de ojos despiertos. Sueño de luz sobre imágenes en blanco y negro. Sueño de paz. Sueño de amor, con su brillo de plata sobre tu cara moruna en la voz de Tomasa Guerrero ‘la Macanita’…

stats