Marco Antonio Velo
Jerez: Pablo Ruiz, con Boox y voto en el marketing digital
Brindis al sol
En momentos políticos como estos, llenos de incertidumbres y mudanzas, vendría bien contar con una voz que hablara con temple, seguridad y de manera sensata. Y lo ideal sería que esa voz procediera no de un político ni de un partido, sino de la fusión resultante de las múltiples opiniones de todo un territorio. De una región que asumiera la responsabilidad de decir, a través de los medios que pueda movilizar, que no está dispuesta a aceptar que, entre las comunidades españolas, se establezca ningún signo ni indicio de desigualdad política, económica o social, e incluso que se eliminen, tan pronto sea posible, los existentes. Una voz atrevida que, frente a los especialistas en implantar jerarquías, tuviera como finalidad vigilar y reclamar igualdad y solidaridad entre todos los territorios españoles. Es fácil comprobar como la audacia de los que mandan en comunidades al son de pedir cada vez más para ellos, ha funcionado sobre todo por la inercia de los dispuestos a convertirse en subordinados. Así, pues, ante las nuevas desigualdades que quieran imponerse, hay que plantarse. Y alguna comunidad debe empezar.
Los andaluces reúnen, a este respecto, condiciones para asumir este papel de vigilancia ejemplar. Porque cuenta con unas evidentes peculiaridades culturales que nunca han buscado convertirlas en mercancía para reclamar una identidad superior y excluyente. Más bien, todo lo contrario. Porque, además, han padecido, durante décadas, un proteccionismo fiscal que benefició a industrias y fábricas de esos mismos territorios que ahora pretenden implantar otros injustos repartos. Esos mismos que olvidan qué regiones facilitaron, de forma obligada, la mano de obra barata que incrementó los dividendos de sus negocios. Por tanto, sin exhibir pasados rencores, ni airear ya viejas historias de batallas perdidas, hay que estar vigilantes para que no puedan repetirse, por otros medios, ni arbitrarios foralismos ni privilegios. Es necesario, pues, alzar la voz solidariamente, en compañía de los restantes territorios que hagan causa común. Pero, de nuevo la gran pregunta es: cómo alzar la voz cuando se lleva tanto tiempo asintiendo o, lo que es peor, ausentes de los grandes debates políticos nacionales. A la Junta de Andalucía le corresponde la tarea de iniciar e incentivar unas movilizaciones que luego se irían esparciendo a través de medios y plataformas civiles. ¿Pero se atreverán a tanto los políticos que gobiernan la Junta? O piensan reducirse a reaccionar ante las tropelías que se avecinan con un simple y frío comunicado, parapetados tras un atril.
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