Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Amenaza de mapas en rojo

Que hace calor a hierro no hace falta jurarlo. Pero ahora el calor tiene culpables, y sirve para achacar en exclusiva al cambio climático los incendios de un país que no ha hecho los deberes de previsión forestal. Posando ante un páramo sanabrés carbonizado, el presidente Sánchez no ha dejado una rendijilla a la autocrítica: "Todo incendio es cambio climático". Es lógico convenir que el cambio climático es un hecho, y que en cierta medida tiene que ser antropogénico, o sea, causado por los humanos. Los ecologistas de trinchera, No Nukes y base científica del XX han sido ensombrecidos, si no sustituidos, por los nuevos apóstoles del clima -neoconversos con el índice muy tieso-: este es su momentazo. Son como esos hinchas que aparecen cuando su equipo gana: les dan igual sus colores. Quizá sean tan oportunistas como necesarios.

Hablando de colores: resulta repelente ver cada día los mapas meteorológicos donde se combinan las zonas en rojo chillón, en burdeos y borgoña; en frambuesa, carmesí, magenta y púrpura, hasta llegar a los marrones amenazantes que lindan con los territorios condenados al fatal negro (que no siempre, pero casi, están por el Valle del Guadalquivir, comarca fértil y hacendosa ahora dañada por el opio meteorológico del pueblo: el parte). En veranos de pinares, recuerdo una extraña crueldad infantil. Los niños metíamos a un pobre camaleón en un frasco pintado de rojo: en vez de cambiar de color como buen camaleón, estallaba. Nadie pinta las paredes de su cuarto de tonos rojos: son estresantes, impositivos, pesados e insoportables para una vida diaria con alguna paz. Pero dale que te pego en todos los noticiarios. ¡Cómo te echamos de menos, Minerva! Me refiero a la Piquero, qué ojos y que voz, madre, qué imponente y dulce forma de "dar el tiempo". En los cada vez más largos espacios de este asunto, el gazpacho en bandeja frente al televisor y bajo split se te hace bola en el pescuezo; tres bolas, incluido el gazpacho: las okupas del miedo.

No digo que no estemos abrasándonos, pero como quien no para de decir que tiene algo malo aquí en el pecho y acaba frito de lo suyo, hablar todo el día de la ola de calor y el incendio que no cesa es una serpiente de verano, una bicha mala al menos. Y socorrida para los realizadores de noticieros y, en su caso, sus señoritos. Por cierto, esto recuerda a los oscurísimos presagios sobre el próximo otoño, uf, el peor de nuestras vidas según casi todos. Y esto a su vez, recuerda a los llamados inversores "en corto"... cuya ganancia está en el miedo y la ruina de otros. Siempre nos quedará el mando y Jordi Hurtado.

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