Androfobia

Lo de ahora es un delirio androfóbico que trata de llevarse la Constitución por delante. Palabras mayores

Por primera vez en cuarenta años una norma de rango inferior amenaza de un plumazo varios principios constitucionales. No lo digo yo, lo dicen acreditadas asociaciones de juristas. El atropello lo ha provocado un real decreto ley que se autodenomina de medidas urgentes contra la violencia de género. Con él, el Gobierno Sánchez trata de conseguir lo que no ha conseguido por las buenas: doblegar a los jueces y apartarlos de los temas relacionados con la mal llamada violencia de género. Por lo visto no hay manera de hacer prevaricar a nuestros jueces y el Gobierno de escaparate de la nada con sifón, ha comenzado el acoso y derribo del poder judicial como tercer poder constitucional. La clave del incendio está en que este decreto otorga capacidad a los servicios sociales de ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas para declarar "víctima de género" a cualquier mujer que se presente allí y ellos dictaminen que lo es. Reconocer a una persona víctima de un delito implica que hay un delincuente causante de la situación. Esto hasta ahora estaba exclusivamente en manos de los jueces, como es normal y como debe seguir siendo. Con esta norma de ahora ni siquiera se necesita una denuncia previa en sede judicial. Una vez que la trabajadora social o el asistente social, o la psicóloga del centro municipal o autonómico dictaminen su resolución, el ya señalado como agresor pasa a perder sus derechos constitucionales a la presunción de inocencia, a la seguridad jurídica que otorga ser enjuiciado por el juez natural, al derecho al honor y a la patria potestad. Media Constitución derribada de un plumazo. Todo el mundo jurídico augura un nulo recorrido a este liberticida real decreto, a esta norma androfóbica, porque todos esperan que el Tribunal Constitucional la tumbe nada más leerla.

Es el momento de decir que tengo hijas, que he trabajado con mujeres cuarenta años y que como ginecólogo me he cruzado Andalucía promoviendo Centros de Planificación Familiar y Centros Asesores de la Mujer en los años setenta y ochenta del siglo pasado, con compañeras ginecólogas y con sindicalistas feministas de la primera hora, cuando aún no habían nacido muchas de las que hoy hablan de la gilipollez del heteropatriarcado. Lecciones de feminismo, ni una. Esto de ahora es pura y llanamente un disparate. Y me lo dicen tal cual algunas compañeras de aquellos no fáciles años. Yo pienso igual que ellas. Lo de ahora es un deliro androfóbico que trata de llevarse la Constitución por delante. Y eso son ya palabras mayores.

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