LEO que varias organizaciones han mostrado su preocupación porque desde el Ayuntamiento se esté promocionando la tauromaquia a través de un ciclo de conferencias que se desarrollan en la Casa de la Juventud, que es de propiedad municipal.
La charla se titula "De la tauromaquia a caballo al toreo a pie: los toreros de Chiclana de la Frontera en los siglo XVIII y XIX" y está organizada por la Asociación Cultural y Universitaria Ubi Sunt.
Las asociaciones se escandalizan porque ello es fomentar la tauromaquia entre los jóvenes y la concejala se apresura a decir que no, que no se hace apología.
Ese es el perverso juego de las palabras. En España organizar, participar, asistir y fomentar las corridas de toros es una actividad legal, amparada y a su vez sometida al imperio de la ley. Tan lícito es hacer apología de la fiesta, es decir elogio o alabanza, como lo contrario: crítica o reprobación. Lo que es ilícito, y habitual en los fascismos, es permitir una cosa y no la otra, tanto a título particular como desde los poderes públicos: sería tan ilícito prohibir la censura de la tauromaquia, como vetar su elogio: o sea, su apología.
En España es lícita la pesca, pero si a un lector o asociación no le agrada que saquen del agua a un atún clavándole un gancho en las agallas y dejándolo que muera por asfixia en la cubierta del falucho de una almadraba, no puede acusar a unos jóvenes que den una conferencia sobre las pesquerías del duque de Medina Sidonia en el siglo XVII de apología de un crimen. Es una memez, y lo más habitual que se asocia con el término apología es la del terrorismo. Esa es la perversión del lenguaje .
Mi concejala: es lícito hacer apología del toreo, tanto como censurarlo. Lo contrario es discriminar a los que legalmente organizan, participan, asisten y fomentan la Fiesta.
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