Javier Benítez

Azul, el gallo

Descanso dominical

Los parroquianos que vienen de La Moderna, los que persiguen los efluvios de El Pasaje y esos que regresaban después de un rengue en La Venencia

08 de octubre 2023 - 00:30

Apenas un lustro y ya serás centenario. Vigía de los tiempos y del compás, de nuestras verdades y embustes, por delante de tu cara jónica de columnas y ladrillo visto pasaron los toreros que se arrimaban a las tablas del hotel Los Cisnes en busca de ropa limpia y cama caliente; los artistas de aquella época de caracolillos en la frente y miserias en el desván; los contables, oficinistas, hombres de blanco y negro, arrumbadores y algún ratero que siempre te miraba de reojo; y las milicias del treinta y seis, maldita sea la guerra. Asomado al recuerdo de la antigua muralla, muy cerquita de donde rodaba el ferrocarril de la sangre, llegaste a tiempo para palpitar con el bullicio de los comercios, el trasiego de los viajantes, los filibusteros, los buscavidas, y los bodegueros que retratara magistralmente Juan Pedro Cosano en La fuente de oro. De hecho, allí estabas tú, en la explosión y en la caída del imperio del jerez, con la botella a rebosar y también con la copa vacía y seca como aparece hoy la Laguna de Medina.

Los parroquianos que vienen de La Moderna, los que persiguen los efluvios de El Pasaje y esos que regresaban después de un rengue en La Venencia, cuántas camballás no habrás visto; cuando la calle Larga era la calle Larga y se adivinaba la estela de Juanito, bandeja en mano, sin que se torciese una copa ni un café; cuando la Caja de Ahorros era de Jerez. Te llegaba el aroma de las botas de vino tiradas por mulos en un carro y décadas después resistías estoicamente los malos humos del tráfico setentero con el rumor de los seat 127 en tus narices. Y a principios de los noventa el alcalde Pacheco peatonalizó la calle y Trillo se encadenó con todo su ser porque aquello iba a ser una ruina. Hace poco un autobús sin conductor no pudo resistirlo y lo dejó todo por ti.

El luminoso de Tío Pepe de la Puerta del Sol sueña algunas veces con agarrarse al viento para echar un ratito en el Gallo Azul junto a sus compadres de La Ina y Fundador, sueña con quedarse allí recogiendo los cantes derramados por sus alrededores. Con un poco de suerte podría coincidir con un Domingo de la Estrella, un Martes de la Defensión, una Noche de Jesús o un viernes del Cristo.

Te levantaste sobre piedra y cal para hacerte visible en el Jerez de finales de los años 20, por obra y gracia de Aníbal González, en la confluencia entre Larga y Santa María. Espero que la ciudad esté a tu altura y te brinde sus respetos allá por 2028, cuando cumplas los cien y volvamos a quedar para celebrar nuestra suerte a los pies del Gallo Azul.

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