Ha sido una Semana Santa para olvidar. No cabe duda de que la climatología ha sido adversa. Y quizá los cofrades deberían de sacar alguna conclusión de las razones por las que el Altísimo ha decidido que llegara el agua, pero cuando el Dios lo dispuso; y no cuando la agenda cofrade lo marcaba.

Pero hoy déjenme que saque lo más profundo de mi corazón. Y sinceramente la Semana Santa ha pasado por la visita que el Miércoles Santo por la mañana le hacía a la hermandad del Prendimiento. Fue un auténtico regalo poder acudir y estar con algunos de sus hermanos en esa mañana mágica en la que Jesús el Prendimiento sale a las calles de la ciudad cuando llega la tarde.

El palio del Desamparo es una auténtica locura. Entre los tres mejores de la ciudad. Y estando entre los pasos ese Miércoles Santo y rodeado de hermanos del Prendimiento, me atreví a preguntar si alguien sabía lo que es estar en el Cielo. Pues estar en el Cielo Eterno —les repondí— era estar dónde nos encontrábamos. Entre los pasos del Prendimiento y la Virgen del Desamparo. Ese fue mi momento de la Semana Santa de este año.

Las flores perfectamente ajustadas por Pablo Espejo que este año se ha salido de la curva, el palio más bonito que nunca, Chupaceites y Candilejas en su sitio… y el Señor. La auténtica joya que tiene Jerez y que habita en la parroquia de Santiago. No se puede describir lo que este que ahora firma la columna sintió en aquellos momentos. Era como estar en la Gloria Eterna.

El año 2024 ha sido fatídico en lo puramente cofradiero. Pero a mí me permitió disfrutar y sentir a esta gran hermandad. La cual está a falta de una solución. Ojalá venga pronto. Unas elecciones en la que los hermanos puedan elegir a sus dirigentes. Y el año que viene, sin lugar a dudas, el Miércoles Santo estaré de nuevo en Santiago. A seguir recibiendo un adelanto de lo que es estar en Cielo. Entre Jesús del Prendimiento y el palio maravilloso de la Virgen del Desamparo.