02 de mayo 2023 - 12:58

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos… Yo soy el buen pastor: el buen pastor da su vida por sus ovejas” (Juan, 10: 9-11).

Puerta y sacrificio. Dos elementos claves para comprender la presencia de Cristo Buen Pastor en sagrarios o capillas sacramentales. El viejo tema paleocristiano de la figura de Jesús portando sobre sus hombros una oveja, inspirado en el mundo pagano, vive un resurgir en el barroco tardío en paralelo al gusto pastoril rococó y al nacimiento y auge de su versión femenina, la Divina Pastora.

De la Jerez del Setecientos aún persisten algunas representaciones de cierto interés. Por su tamaño, material y presencia exterior, destaca como la más llamativa la de la fachada de la capilla del Sagrario de la parroquia de San Miguel. Se incluye en uno de los mejores conjuntos de escultura en piedra que conservamos en la ciudad, esculpido en 1739, posiblemente, por José Camacho de Mendoza. La idea será retomada más tarde, con mayor modestia, en la capilla sacramental de San Marcos, que se reformará desde planteamientos barrocos debido al impacto que supondría la construcción del nuevo Sagrario de San Miguel. En la portada, hoy tapiada, que le daba entrada directa desde el zaguán del lado del evangelio, una pequeña escultura de este tema se sitúa de nuevo sobre el dintel. Otra alternativa la constituyen las puertas de sagrario de los retablos. En la del retablo mayor de la capilla de la Amargura en los Descalzos se elige al Niño Jesús, que parece obra de Diego Roldán. En la sacramental de San Francisco se prefiere a un Cristo adolescente, imberbe, relacionable con Jacome Vacaro.

El pasado domingo fue la festividad del Buen Pastor, una oportuna excusa para adentrarnos, de nuevo, en el patrimonio jerezano a partir del reflejo en el arte local de una concreta iconografía.

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