Camposoto

Puede que estemos ante una superficie que va a dar buena fe de los 3.000 años de historia civilizadora de las Gadeiras

Cuando era muchacho, algunos arqueólogos aficionados encontraron en el Cerro algún yacimiento de singular importancia. No sé en qué acabó aquello porque ya estaba asentado allí 'Camposoto', que es el nombre que San Fernando le da a los cuarteles del Ejército de Tierra. De cualquier modo, aquellos lejanos días no son los de hoy. No existía la Universidad de Cádiz, ni tampoco la de Córdoba, que busca por aquí el legendario templo de Hércules en donde, según la leyenda, se produjo la visita de Julio César. Se había venido diciendo, con general aceptación, que dicho templo estuvo asentado en el islote de Sancti-Petri, llamado pomposamente "castillo" por muchos y objeto de litigio con el vecino municipio de Chiclana hasta que un Tribunal sentenció que formaba parte del término municipal de San Fernando. La verdad es que la imaginación siempre gana, la fantasía posee más fuerza que la realidad. Sobre todo cuando se trata de vestir una estructura inconsistente. Lo vero y lo ben trovato, más que nada. Pero mira por dónde dos universidades han puesto la lupa en el cerro donde ahora hay una ermita y un espacio público de mucha hermosura. Hablamos de una extensión considerable, Camposoto. Cerca de allí, en donde hoy están las instalaciones del Club de Hockey, hubo hallazgos muy importantes. Así que puede que estemos ante una superficie que va a dar buena fe de los tres mil años de historia civilizadora que se le ha supuesto siempre a las Gadeiras, como los griegos llamaron a estas tierras firmes entre canales y zonas mareales, este mundo insular mitad mítico, mitad verdadero.

Sí, hace más de cincuenta años que encontraron los restos arqueológicos, que quiero pensar volvieron a cubrir con tierra. Los frailes carmelitas nos llevaban allí de excursión y pasábamos la tarde buscando cuarzos, que había muchos. Era una caminata muy agradable y unas horas al aire libre bajo el sol en un cerro desde donde se veía el puente de Gallineras y el gran caño que venía por el mar abierto y separaba La Isla de las vecinas Chiclana y Puerto Real. Oh tempora. Es lo que trae el día junto a las manifestaciones del feminismo militante y demás tragedias, con el aliento de la pandemia siempre detrás de uno. La historia nos recuerda con estos hallazgos, con estas conjeturas, que la nueva normalidad no va a poder del todo con la normalidad de la búsqueda de las raíces en el pasado, el dibujo de la huella humana en estas tierras mareales, en este escenario de la belleza que hizo el famoso verso de Rafael Alberti, yo llamo Cádiz a todo lo dichoso. Hoy se llama Camposoto.

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