Manolo Romero Bejarano

Datos sobre la Capilla del Rosario del Monasterio de Santo Domingo

EL 11 de octubre de 1525 el monasterio de Santo Domingo donaba "un sytio e lugar para que los hermanos della fagan e labren e hedifiquen una capilla dedicada para servicio de Dios Nuestro Señor y de su bendita Madre para el uso e servicio de la dicha cofradía e hermandad de Ntra. Señora Santa Maria del Rosario", añadiendo que "el sitio se lo señalamos desde la capilla de San Pedro Martir ques dentro del dicho monasterio e se lo señalamos dentro del dicho monasterio frontero del altar de Nuestra Señora fasta dar al pilar del Señor San Cristobal que esta en la claostra vieja e debe agora esta al presente la pila del agua bendita"(1). Es decir, en el muro septentrional de la nave transversal de la iglesia, denominada hoy como nave del Rosario. Hay que señalar que en el extremo de esta nave se encontraba en aquel tiempo una capilla dedicada a San Pedro Mártir que era una edificación de origen musulmán que sirvió de capilla mayor a la primitiva iglesia, en torno a la cual se edificó el primitivo monasterio, la denominada claustra vieja, hoy un patio unificado entre los muros de la iglesia y el actual convento(2). No se sabe con exactitud cuándo se construyó la capilla, pero sí que ya estaba concluida en 1532. Cuando ese año Gonzalo Pérez de Gallegos se concierta con el entallador Francisco de Heredia para que le realizase una reja para su capilla de la jerezana colegiata de San Salvador, se especifica en el contrato que la reja se había de hacer "de las mismas guarniçiones y molduras de aquella Rexa de madera que agora fizo el monesterio de santo domingo"(3), en referencia a la reja de la capilla del Rosario, que para aquel entonces ya había de estar concluida, pues de lo contrario no se habría encargado ninguna obra de arte mueble para ella. Así pues, tenemos dos fechas extremas para la construcción de la capilla, 1525 para el inicio y 1532 para la finalización.

La capilla se abre a la iglesia mediante un gran arco de medio punto hoy enmascarado por la reforma realizada por Andrés Benítez en el XVIII(4), así que lo único que se conserva de la obra original son sus desnudos muros y la bóveda que la cubre. Se trata de una bóveda de crucería que presenta en el tercio superior de los nervios principales una clave de la que parten cuatro combados. Dos de ellos se dirigen a la clave central, mientras que los otros dos avanzan hacia los arcos inmediatos: las de los formeros hacia el centro y las de los fajones, en realidad sólo se ve la del acceso, ya que la otra está cubierta por el retablo, se bifurca en tres antes de morir en el arco. Es este último detalle el que me hace pensar en la intervención de algún maestro portugués en la obra de esta capilla ya que, los nervios que se bifurcan al morir en el muro son un motivo propio del tardogótico luso que ya había utilizado Juan del Castillo en la capilla mayor de la catedral de Braga y que también se ha identificado en la capilla mayor de la parroquia de Nuestra Señora de la Oliva de Lebrija, la Sacristía de los Cálices de la Catedral de Sevilla, el monasterio de La Victoria de El Puerto o la bóveda del brazo septentrional del crucero de San Miguel.

NOTAS

1. ARCHIVO DE LA ARCHICOFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE JEREZ DE LA FRONTERA. Fondo Histórico. Caja 1. Nº 1. Carta de donación de suelo a la Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario por parte de la Orden de los dominicos, elevada a escritura pública protocolizada en el registro de Luis de Huerta al folio 570. Copia de Hipólito Sancho. Hay que tener en cuenta que Sancho no tenía el más mínimo pudor en inventarse documentos cuando le venía en gana. También es cierto que la mayor parte de los documentos que cita (siempre "equivocándose" en la referencia, la fecha o el folio) realmente existe y que tuvo acceso a los archivos del monasterio dominico de Jerez, hoy vedado a los investigadores. Así que sólo queda confiar en la Divina Providencia y esperar que el documento transcrito realmente existiese y no fuese un infundio del historiador portuense. Por parte del monasterio otorgaron la carta el prior fray Ambrosio del Alcázar, fray Francisco de Sevilla, fray Juan de Berlanga, fray Bernabé de la Parra, fray Pedro Mártir, fray Juan Granados, fray Fernando de Santurce, fray Pedro de Baena, fray Juan de Segura y fray Francisco de Arellano.

2. Para más información al respecto, véase LÓPEZ VARGAS-MACHUCA, Fernando: "Entre la tradición castellana y la herencia andalusí. La arquitectura religiosa en Jerez de la Frontera desde la conquista cristiana hasta la irrupción del tardogótico", en JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA, Javier E. y POMAR RODIL, Pablo J. (coords.): Limes Fidei. 750 años de cristianismo en Jerez. Jerez. Obispado de Asidonia-Jerez. 2015. pp. 65-99.

3. ARCHIVO DE PROTOCOLOS NOTARIALES DE JEREZ DE LA FRONTERA. 1532. Oficio VIII. Francisco de Mercado. Fol. 71 y ss. 23 de enero. Citado por ROMERO BEJARANO, Manuel: "Francisco de Heredia, maestro entallador, y la autoría del Cristo de la Viga de la catedral de San Salvador de Jerez de la Frontera", Laboratorio de Arte. Sevilla. 2003. Nº 16. pp. 381-398.

4. MORENO ARANA, José Manuel: El retablo en Jerez de la Frontera durante el siglo XVIII. Sevilla. Universidad de Sevilla. 2014. pp. 426 y ss.

ARCHIVO DE LA ARCHICOFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE JEREZ DE LA FRONTERA. Fondo Histórico. Caja 1. Nº 1. Carta de donación de suelo a la Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario por parte de la Orden de los dominicos, elevada a escritura pública protocolizada en el registro de Luis de Huerta al folio 570. Copia de Hipólito Sancho. Hay que tener en cuenta que Sancho no tenía el más mínimo pudor en inventarse documentos cuando le venía en gana. También es cierto que la mayor parte de los documentos que cita (siempre "equivocándose" en la referencia, la fecha o el folio) realmente existe y que tuvo acceso a los archivos del monasterio dominico de Jerez, hoy vedado a los investigadores. Así que sólo queda confiar en la Divina Providencia y esperar que el documento transcrito realmente existiese y no fuese un infundio del historiador portuense. Por parte del monasterio otorgaron la carta el prior fray Ambrosio del Alcázar, fray Francisco de Sevilla, fray Juan de Berlanga, fray Bernabé de la Parra, fray Pedro Mártir, fray Juan Granados, fray Fernando de Santurce, fray Pedro de Baena, fray Juan de Segura y fray Francisco de Arellano.

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