El expresidente cogía las lonchas en vertical y se las comía de una en una, recitando en medio, como si fuera un padre nuestro, pero entreverao, "yes we can, yes we can". Estaba como poseído, tanto que James le dijo, "para ya, coóne" (el embajador tiene mucha confianza con Obama) que te va a poné como Zoido, como siga así.

Me cuentan que Obama ya sabía a lo que iba. Que cuando el cocinero Alex Alcántara le dijo que si quería probar su famoso bocadillo "orientalizado" de chicharrones de los finitos con queso payoyo el expresidente le dijo "pero a mí no le lo vaya a poner calentito, pónmelo templaíto, que así no se llega a fundir la materia" dijo el tío mientras levantaba una copa de Tio Pepe (frío no, fresquito) para prepararse para la ocasión.

Lo de la cumbre del Turismo era para quedarse con la gente, a lo que Obama venía a Sevilla era a comer chicharrones. Por lo visto el hombre se enamoró del mundo entreverao una vez que de joven veraneó en Paterna. Barak, que tiene nombre como de tío pesao, hizo la mili en el cuartel de la legión de Wisconsin y lo mandaron a una operación en Paterna que consistía en conquistar una plantación de tagarninas que habían capturado los rusos. Desayunando en la Venta El Cantarero, en un descanso, habían conocido a unas alemanas que estaban buenísimas (hamburguesamente hablando) y las retaron a un partido de baloncesto. Barak que quiso lucirse en un palmeo, la palmó y se luxó el tobillo en grado dos. Como aquello se hinchaba más que la garganta de un patriota en un discurso, el cabo York (que tenía nombre de jamón cocido) al no tener hielo a mano, le rodeó el tobillo con un paquete de chicharrones al vacío que tenía fresquitos en la mochila. El calentón que tenía Obama entre la hinchazón del tobillo y las alemanas hizo que los chicharrones empezaran a sudar. El pobre mío no aguantó más. Abrió el paquete y se jamó los doscientos gramos de chicharrones en 6,3 batiendo el record mundial de ingesta de chicharrones que hasta entonces tenía Perico El Mulo, uno de Chiclana.

Desde entonces Barak sueña con montar una fábrica de chicharrones especiales en El Colorado, pero Michel, su mujé, le ha dicho que eso le va a subir el colesterol y que ya bastante cochino tienen allí con Trump, que no es ibérico precisamente... aunque sí de bellota.

Bueno, sí, es verdad, me lo acabó de inventar todo... es mentira, pero si aquí hasta la policía se inventa ya las noticias, qué más da.

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