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Alos trabajadores de las carnicerías y a los locales de éstas, les exigen algunas normas de higiene y limpieza, que si a veces son molestas, son imprescindibles para una alimentación no contaminada y para de esta forma preservar la salud ciudadana. En las grandes superficies las zonas reservadas a pescadería y carnes, los suelos están limpios y aseados, y para esto cuentan con la presencia asidua de una persona encargada de mantener los suelos escamondados. En la gran superficie pública de abastos que es la Plaza, en su nave de la carne existen más de veinte baldosas rotas. El agua del baldeo limpiador se introduce por las rendijas a la espera de un comprador que pise una esquina y un chorretón sucio salpique su pierna. El Ayuntamiento debe cuidar más el mercado de abastos y dedicar algún trabajador, de esos despedidos, a reponer las baldosas.
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