Juan Manuel Marqués Perales

Ciudadanos, en su última convención

Crónicas levantiscas

La secretaria de Acción Institucional de Ciudadanos y seis de los ocho delegados en las provincias dimiten del cargo

18 de julio 2021 - 01:38

El Centro de Estudios Andaluces le ha dado ojana a los socios de Ciudadanos: siete escaños podría obtener el partido liberal en las elecciones autonómicas según este instituto de la Junta. La proyección más probable se acerca al dos o al cero, pero Tristán Pertíñez ha querido levantarle el ánimo a los aliados naranjas con ración y media de tauritón. La realidad es otra, Ciudadanos se desmorona, su convención nacional de este fin de semana se parece al último congreso de la UCD en Palma.

La secretaria de Acción Institucional de Ciudadanos, Mónica Moreno, ha dimitido de este cargo, que es casi el segundo puesto del partido en Andalucía, y con ella han dejado los puestos seis de los ocho delegados provinciales de esta área. Moreno no intervino, porque no le dejaron, en las crisis municipales de Jaén y Granada, donde el partido se ha ido por el sumidero. Hace año y medio, Inés Arrimadas nombró una dirección andaluza que estaba entreverada con partidarios y críticos de Juan Marín; hoy, sólo manda él.

Lo de Moreno no es más que otro hito en el desmoronamiento del partido liberal en España. Como explica un buen conocedor del Gobierno andaluz y de los dos partidos que lo forman, el problema vital de Ciudadanos, lo que amenaza su existencia, es que ni ellos mismos saben por qué razón se están hundiendo. La fotografía de Albert Rivera en la plaza de Colón fue anterior a su último éxito electoral, le castigó más rechazar el Gobierno con Pedro Sánchez que su confluencia con Vox.

Los dirigentes de Ciudadanos midieron mal el perfil de su votante, que en términos estadísticos no es un elector de izquierdas ni de centro izquierda, es un voto urbano, moderado, afín al PP pero descontento con este partido por los enormes líos de corrupción de la etapa Rajoy y su falta de arrojo en la crisis catalana. Con un líder popular fuerte, como Díaz Ayuso, Núñez Feijóo y Juanma Moreno, el elector opta por el previsible ganador, así de cruel es el voto útil.

Juan Marín se ha quedado con el partido y se ha ganado a Inés Arrimadas, pero lo que le toca al sanluqueño es la gestión de una decadencia. Ideológicamente, Ciudadanos ya es el PP. Aunque Edmundo Bal haya negado este sábado que no habrá fusión con el PP, la habrá de facto porque muchos dirigentes terminarán integrados en la casa común de la derecha. Como mucho, Vox podrá mantener cierta singularidad, pero sin nuevos éxitos y con un único destino: ser muleta del PP, como Unidas Podemos, o lo que resulte, con el PSOE. La nueva normalidad recupera el bipartidismo imperfecto de siempre.

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