La esquina
José Aguilar
Las pelotas de Bildu
Paisaje urbano
La decisión del presidente Mañueco, de clara inspiración genovesa, de adelantar las elecciones en Castilla y León sin una causa clara que lo justifique, ha deparado el peor de los escenarios posibles para su partido, cuya desorientación es más que evidente, y eso que ni mucho menos se han cumplido las profecías del amigo Tezanos. El Partido Popular, dígase lo que se quiera, está abocado a unir su suerte con la de Vox, algo que en plazas más controladas como Madrid puede verse hasta natural, pero en otras como Andalucía, donde el PSOE sigue teniendo fuertes anclajes en el electorado, supone una apuesta de verdadero riesgo. De momento, las llamadas a un posible adelanto electoral han sido rápidamente acalladas.
Desde ciertos entornos se oyen tímidas voces pidiendo un acercamiento entre los dos grandes partidos, a fin de que materias que se consideran esenciales para el sistema (estado de las autonomías, Europa, inmigración…) queden a salvo de las garras del populismo, y se concierten acuerdos de gobernabilidad que impidan el acceso al poder de los extremos. Demasiado bonito para ser verdad y, sobre todo, demasiado tarde. Ya el propio PSOE, por boca de sus portavoces autorizados, ha descartado tal posibilidad, que eliminaría además el argumento principal a esgrimir en próximas batallas electorales: el miedo a la ultraderecha, prácticamente el único que puede ofrecer y que además lo cohesiona con el resto de fuerzas, esgrimiendo una centralidad más retórica que real.
Por su parte, el Partido Popular, anclado en un 30% del voto y con su líder nacional cada vez más condicionado por sus erráticas decisiones, no está en disposición, ni buena parte de sus votantes se lo perdonaría, de desechar el acuerdo de gobernabilidad, en coalición, que desde la misma noche electoral le ha sido ofrecido por Abascal, el mismo al que hace poco más de un año fustigó de manera vehemente desde la tribuna del Congreso. Guste más o menos, Vox es una fuerza en auge, que seguro aumentará su participación e influencia en el Parlamento andaluz con la presencia de Macarena Olona, y que, al contrario de lo que se le auguraba, recoge votos de sectores diversos, posiblemente por su condición de fuerza nueva (y no es un juego de palabras) entre tantas apuestas muy vistas. La derecha, es eso no se han equivocado, está muy viva, aunque también mucho más revuelta de lo que pensábamos.
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