Cambio de sentido

Contrapoder

En esta cumbre hemos comprado un relato del Orden Mundial simplón, plano, incluso infantiloide

Como nunca antes, durante los días que ha durado la cumbre de la OTAN he tenido la sensación de estar viendo "el parte" mientras comía. En los telediarios, minutos y más minutos en directo del Air Force One aparcando en Torrejón, los hombres más poderosos del mundo ingiriendo ensaladilla rusa -macabramente rebautizada como ensaladilla Kiev- en el interior de nuestra gran pinacoteca, y las primeras damas por ahí de compras, labores benéficas y canturreo. Los regidores de tamaña obscenidad -gabinetes de comunicación, entrevistados, algunos tertulianos…- nos hacen al populacho una seña para que aplaudamos. Hay quien aplaude, pero a mí no me sale. Es el retrato del poder en su esplendor. Y al poder, por muy democrático que se crea, más vale mirarlo críticamente. Esa es, se supone, una de las misiones del periodismo y una de las actitudes más sanas del pueblo soberano.

Tanta unanimidad me abruma: que todo el mundo parezca encantado con cerrar el Museo del Prado para que los mandatarios acudan a zampar y a buscar cada cual la fotito que lo ensalce; que el capital simbólico de Ucrania se exprima hasta estar, literalmente, en la sopa; que de pronto la inmigración se venda como un grave problema de seguridad que hay que combatir desde el plano militar (mira por dónde, la cumbre ha coincidido con un asalto -casual, por supuesto- a los muros de la Frontera Sur); que prospere sin discusión el mensaje de un rearme de una Europa que no abunda en su independencia con respecto a Estados Unidos, sino más bien lo contrario; que no encuentre oposición en la oposición la iniciativa de destinar a gasto militar nada menos que el 2% de nuestro PIB, que no nos preguntemos de dónde van a recortar para duplicar la inversión en armas y tropas… Estamos comprando compulsivamente -el miedo apremia- un relato del Orden Mundial no diría que del todo falso, pero a todas luces simplón, plano, incluso infantiloide. Con un envoltorio impecable.

En la carrera de periodismo espero que continúen enseñando lo que a mí me enseñaron: que el poder, en aquellos sistemas que necesitan el respaldo de la opinión pública, siempre tiene un doble discurso, el oficial, bonito y simplón, y un subtexto donde quienes lo ostentan esconden los verdaderos motivos de sus decisiones. Burke nos llamócuarto poder. Mal vamos si no cuestionáramos al primero, cortapegamos sus argumentarios y sólo propagamos, sin mirar detrás de la tramoya, el impresionante espectáculo que ofrecen.

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