Jerez íntimo
Marco Antonio Velo
Jerez, 31 de diciembre de 1946: Argudo, García-Figueras y Montenegro
LA historia de la orden de los agustinos en nuestra ciudad se desarrolla entre altibajos pero, sobre todo, es una historia con un final funesto. Llegan en el siglo XVI y se instalan cerca de la actual zona de Cuatro Caminos. Este primitivo monasterio, del que no ha quedado nada, fue desocupado ya en el siglo XVII por estar en un lugar inundable y distante del núcleo urbano. Con no pocas dificultades a lo largo de ese último siglo construyeron uno nuevo frente al Alcázar. Sin embargo, las desamortizaciones del siglo XIX traerían consigo la expulsión de los frailes y la conversión del edificio en cuartel. El templo siguió abierto pero acabó arruinado y, ante la genuina indolencia de los jerezanos, terminó derribado en una fecha relativamente reciente como es 1919. Quedan fotos de su fachada que nos hacen lamentar la pérdida de una iglesia que dignificaba un entorno insulso. Un desproporcionado bloque de viviendas la sustituye ahora. De las dependencias conventuales sobrevivieron sus dos claustros. Ocupado en su última etapa por la Guardia Civil, una parte de lo que quedó de San Agustín está siendo utilizado últimamente, y tras agresivas reformas, por la delegación municipal de Urbanismo. El resto ha permanecido entre escombros y sin uso hasta hoy. Mañana se inician las obras de rehabilitación que lo convertirán en un centro de negocios "de última generación". ¿Otra buena noticia para nuestro centro y nuestro patrimonio? Tal vez, aunque siento no ser muy optimista. El proyecto habla de fundir la arquitectura contemporánea con los pocos vestigios antiguos que persisten, de construir una bóveda de cristal sobre el claustro mayor, simbolizando "la unión entre el Jerez histórico y el Jerez del futuro". Rimbombantes palabras tras las que pueden ocultarse otro engendro arquitectónico.
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