Jerez íntimo
Marco Antonio Velo
Jerez, 1979: Choquet, Esteban Viaña, Manolo Benítez, Falconetti y Nadiuska
CÓMO refulgen las etimologías, qué asombro provoca la cepa de las palabras! Bien lo saben el orador exquisito y el bocachancla de tabernilla. Trabajo deriva de tripalium, instrumento de tortura. Sobre el origen de crisis ya se ha dicho todo; los charlatanes salivosos han expoliado a fondo su tesoro etimológico. Me gusta el origen de vocación: de vocatio, acción de llamar. Sentir la llamada, notar la inclinación, ceder a su amor y -lo determinante- decidir hacer de ello vida y labor propia: qué mayor prosperidad.
Leo en Abc -en páginas de sociedad, no en el cuadernillo expresamente católico- que España vive una nueva crisis de vocaciones. Faltan ingenieros, más que curas. Las matriculaciones en Ingeniería y Arquitectura y en Ciencias han caído considerablemente. Así, dicen, no hay quien haga la cuarta revolución industrial. (Releo y me pregunto dónde andaría yo el día que hicieron en España, a mis espaldas, la tercera). "Déficit de talento", denominan los expertos al problema. "Sin ofender, oigan", replico. La culpa de la falta de vocaciones es de la crisis económica y de la política, arguyen; es necesario imbricar al Estado, empresas y universidades para equilibrar la oferta profesional y la demanda laboral.
Niego la mayor. Sé que este país se sostiene en mucho por la dedicación de profesionales que "sintieron la llamada" y a ella se entregan. Sé de la maestra que se vuelca en enseñar a sus alumnos, poniendo triple empeño en los rezagados; sé de la enfermera que toma la mano al paciente asustado, sé de quien pasa las horas vivas haciendo con primor lo suyo, ya sea guisar, editar o hacer búcaros; sé de quien, diría el poeta, "abre/ su taller verdadero, y en sus manos/ brilla limpio su oficio, (…)/ y va al trabajo/ temblando como un niño que comulga/ mas sin caber en el pellejo". Digo más: sé que muchos profesionales redoblan su ahínco para compensar la interinidad en la política y los embates del sistema económico. No importa que no todos lo hagan, uno tan sólo bastaría como ejemplo y testigo de ello. Sé, además, que quienes son dueños de sí en el trabajo y creen en la utilidad de su profesión son los más felices. En estos días, he tenido la triste ocasión de visitar en el hospital a una muy querida amiga. Allí, por ratos, me distraje leyendo etimologías. ¿Sabían que afán viene de faná: agotamiento por la pasión? Mi infinita gratitud a quienes, en los momentos duros, vivís vuestra vocación así, con verdadero afán.
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