Cuarteroni

Emilio Salgari tomó a Carlos Cuarteroni como modelo de su Sandokán, el príncipe de Borneo

Nacer en Cádiz y llamarse Cuarteroni parece una guasa de Carnaval. Así podrían haberse llamado cualquiera de los personajes de los cuartetos del Peña y el Masa, sobretodo cuando en los años ochenta hicieron época con los hermanos Scapachini, creando unos tipos inolvidables. ¿Quién ha podido olvidar el estribillo guais, plais, mais?. Pero resulta que no. Que don Carlos Domingo Antonio Genaro Cuarteroni Fernández fue un capitán de navío mercante que nació en Cádiz en 1816 y que después de recorrer medio mundo volvió a su ciudad natal a morir sesenta y cuatro años después. Una vida intensa y casi de fantasía que lo coloca entre los grandes aventureros y exploradores de su siglo y en la estirpe de los españoles que conquistaron medio mundo y navegaron el mundo entero. Capitán de navío, pescador de perlas y Carey, buscador de tesoros en pecios perdidos, explorador, cartógrafo, abolicionista de la esclavitud y prefecto apostólico de Labuán y Borneo, con el beneplácito de la Santa Sede, donde se guardan todos los documentos de su extraordinaria vida.

Una vida real que el escritor italiano Emilio Salgari convirtió en literatura de aventuras cuando tomó a Carlos Cuarteroni como modelo de su Sandokán, el príncipe de Borneo, seguramente al documentar sus novelas en los memoriales, documentos y cartas de navegación que el marino gaditano envió a Roma y que allí están archivadas. El Tigre de Malasia, un personaje de fantasía que no supera a las aventuras y peripecias de su modelo real.

Una placa en la fachada de su casa, frente al puerto de Cádiz, recuerda su nacimiento y sus restos reposan en la cripta de la Catedral gaditana para honrar sus méritos en el rescate de esclavos y en la fundación de misiones en los mares del sur. Un arrecife frente a las costas de Borneo tiene su apellido para que los marineros de aquellas aguas no olviden al personaje. La historiadora Alicia Castellanos Escudier sacó su nombre del olvido permitiendo que conociéramos al personaje y para siempre lo tendremos en la memoria como uno de los grandes andaluces que permiten entender cómo y por qué, a pesar de las dificultades que durante el siglo XIX sufrieron Andalucía y España, un grupo de emprendedores recorrieron el mundo en busca de oportunidades. Ese espíritu de búsqueda y riesgo que tanto necesita nuestro tiempo para que las potencialidades de Andalucía cuajen en una realidad para beneficio de todos.

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