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Ni que decir tiene que un niño o niña absentista que se encuentre ausente de su clase de forma reiterada, no puede seguir el ritmo de aprendizaje que llevan sus compañeros y compañeras, por lo que, de forma inevitable comenzará a quedar desfasado y por tanto, empezará a manifestar un retraso académico con respecto al alumnado de su clase. Si el absentismo es detectado en la etapa de educación infantil, aunque no tiene carácter obligatorio, ese niño o niña comienza la educación obligatoria a los 6 años con un desfase evidente con respecto al alumnado que ha asistido con regularidad al colegio durante los tres cursos que conforman las enseñanzas de educación infantil.
No obstante, hay que tener presente que el desfase académico, con un planteamiento ya de fracaso, se aprecia realmente cuando el alumnado se ausenta a lo largo de la etapa de Educación Primaria durante un número significativo de días lectivos de las escuelas, sin que exista justificación de enfermedad en ninguno de los casos presentados. Si un alumno o alumna ha llegado a repetir curso durante la Educación Primaria por el desfase ocasionado por sus ausencias, resulta más que obvio que se incorpora ya a la Educación Secundaria como un alumno o alumna con un desfase académico importante.
Es precisamente en el tramo de 12 a 16 años cuando se detectan diariamente signos evidentes de fracaso escolar y no solo referido al aspecto pedagógico, sino que afecta a otros ámbitos de la persona del alumno absentista, tales como la autoestima, la relación con compañeros, la desmotivación absoluta por la asistencia al centro escolar, etc., etc. En términos coloquiales, se puede afirmar que este colectivo "se ha quedado descolgado del sistema educativo", sin que sea posible remontar en muchos casos el fracaso acumulado durante tres, cuatro o incluso más de cinco años.
Los recursos disponibles por parte de la Administración Educativa: Programas de Diversificación Curricular, Programas de Acompañamiento, Programas de Cualificación Profesional Inicial no son aprovechados por un gran colectivo de este alumnado porque sencillamente, no acuden al Instituto para recibir las correspondientes clases.
En definitiva, se puede afirmar que el problema del absentismo genera, a lo largo de varios cursos escolares, además de fracaso académico, otros posibles fracasos de carácter personal, como se ha citado, que repercuten en otras esferas de la vida del alumnado a medio y largo plazo y que, en muchos casos, resultará insuperable para los afectados.
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