A contraluz

Manuel Pareja

Dimitir no es un nombre ruso

15 de febrero 2016 - 01:00

HIZO lo que tenía que hacer. Ni más ni menos. No se habrá llevado un duro, pero en el despacho de al lado, la jet set política y empresarial hacía negocios al margen de la ley, vendiendo a saldo la escasa credibilidad que les quedaba. Lo que ayer hizo Esperanza Aguirre cuando dimitió, es lo normal en un país democrático. No es una heroicidad. Cabe señalar que otros, plantas más arriba en la sede de Génova, han preferido atarse al sillón a toda costa. En los medios, en las redes sociales, existe una lucha enconada por visualizar que el PP es el partido de la corrupción, mientras gran parte de su base electoral se defiende argumentando que la cantidad de lo defraudado y el número de imputados socialistas es mucho mayor. Cierto. Pero esto no resta un ápice la responsabilidad de la élite conservadora, que debe abandonar las mieles del poder en el partido, para que sean otros, libres de toda sospecha, los que dirijan el rumbo del centro derecha español. El pecado socialista de los Eres o la Formación en Andalucía no van a limpiar el PP, que es lo que a su base electoral le debe interesar. No valdrán designaciones a dedo de aplaudidores profesionales. El reconocimiento de los errores, el propósito de enmienda, y primarias hasta para el cargo de ujier, permitirá al PP tener futuro, con un proyecto político que sea algo más que Economía; volver a aquel partido de gente valiente, honrada, que se dejó la vida por nuestras libertades, como Gregorio Ordóñez. La mayor corrupción que padece el pp no es la de los aprovechados que han sacado tajada, sino la de todos los que han callado y no han asumido sus culpas, renunciando a los principios, a resguardo de su escaño o cargo. Si no se espabilan, Ciudadanos se convertirá en el referente para una legión de votantes populares. Al fin y al cabo, Rivera hoy, está limpio.

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