¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Un nuevo héroe nacional (quizás a su pesar)
LA educación que debe ser conservada -no otra cosa significa Educatio Servanda, Fundación presentada en Cádiz para toda Andalucía el pasado lunes-, sería la que se asienta sobre cuatro pilares clásicos de la formación integral de la persona: verdad, realidad, libertad y servicio. Justamente aquellos que desde hace no menos de treinta años se ha esforzado en erradicar del sistema educativo una pléyade de pedagogos ideologizados al servicio del poder político, con la colaboración activa o pasiva de muchos padres insensatos y buena parte de un profesorado o insolvente o aburrido. La emergencia educativa de que hablaba Benedicto XVI con carácter general, tiene rasgos en España de verdadera tragedia nacional, y en ella hay que buscar la raíz de la mayoría de nuestros achaques colectivos y la razón última de muchos fracasos personales que habrían sido evitables si desde niños se hubiera proporcionado a las víctimas el bagaje de saberes y virtudes que en todo momento y lugar permite luchar contra el infortunio o la falta de oportunidades.
Cree el político intervencionista y abrasador que no hay vida sin su presencia y acción. En estos días vemos, por ejemplo, a Susana Díaz recriminar a los partidos el daño que en su opinión se está haciendo a la ciudadanía por no haber sido ella coronada todavía en San Telmo. Y sin duda, eso es lo peor, se lo cree. Y sin embargo, el otro día en Cádiz, la sociedad civil ofrecía una pequeña muestra de cómo a partir de ella es posible regenerar los tejidos dañados en un cuerpo tan sensible como es el de la enseñanza. Para empezar, con humildad: como expuso Juan Carlos Corvera, presidente de Educatio Servanda, la verdadera protagonista de la educación es la familia antes que la escuela, de modo que servirla y apoyarla en su tarea es la principal finalidad de las obras educativas que la Fundación tiene ya en marcha en varias provincias. Entre ellas, el colegio que en Puerto Real comienza su singladura desde septiembre y que continúa con nuevos aires y redoblado impulso la tarea desarrollada durante muchos años por las Hermanas de Santo Ángel de la Guarda. Como profesor que también soy, me conmueve comprobar que la dificultad de los tiempos no amilana a estos y otros promotores de una renovación de la educación católica cuyo único defecto, quizá, es lo mucho que se está haciendo esperar.
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