Cambio de sentido

Espectadores

El público se solivianta, con similar encono, por Eurovisión que por la invasión de un país

En la misma pantalla, el mismo hombre que es presidente de Ucrania hace de presidente en una serie de Netflix. Su imagen defendiendo el Parlamento a ráfagas de metralleta, en esta batalla sin cuartel de bulos, nos la han intentado colar por real. Desde que los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas, la realidad se nos antoja un tanto irreal, y la ficción, hiperrealista. La frontera entre lo uno y lo otro a veces se desdibuja. En la tele caen bombas, bombas que caen sobre otras gentes. Pocos reconocen que les falta contexto para interpretar con hondura lo que está pasando. De la noche a la mañana nos brota una guerra en el salón, y nos vemos impelidos no sólo a hacer una lectura miope y precipitada de lo que está pasando, sino además a opinar sobre ello con contundencia. No digo que no haya que tenerla, digo que más nos valdría que fuera medianamente informada. En las redes, ciertos prescriptores de opinión sostienen que Putin es comunista, o que este conflicto se reduce a que el mundo está dirigido por hombres. Y ahora vas y lo retuiteas. Informarnos de verdad no es un entretenimiento; sin embargo, lo afrontamos como tal. Siempre existe la posibilidad de cambiar de canal o de hashtag. Pero hemos aprendido a vivir con la misma ignorancia que vehemencia cualquier asunto que se nos ponga por delante. El público se solivianta, con similar encono, por Eurovisión que por la invasión de un país. Es más, lo de Eurovisión, al ser infinitamente más sencillo, hace que nos decantemos más directamente. Tomar postura sobre la guerra de Ucrania toma tiempo, justo el suficiente para enterarnos por dónde va la corriente de opinión correspondiente a nuestra ideología y subirnos a ese carro. Para combatir este estado lamentable de opinión desinformada, sólo cabe querer conocer de veras y no regurgitar mensajes precocinados. Con Afganistán, la atención internacional duró dos días. Después, el olvido. Con Ucrania durará más o menos en función de los intereses en juego. Mientras tanto, sucede el desastre humanitario.

Somos más espectadores que nunca; se diría que somos simplemente espectadores, agravados por nuestro derecho -casi obligación- de expresarnos. Somos público, con cada vez más dificultades para distinguir la ficción de la no ficción, y lo real del "relato" de los hechos. Pensamos que la compleja realidad nos cabe en un bolsillo, y que cada cosa que sucede nos da la razón. Al ignorante se le reconoce por sus tremendas certezas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios