La ciudad y los días
Carlos Colón
Ministra fan, oposición Bartolo
Un día en la vida
La llorada que se graba a sí misma y difunde la delegada de Educación y Deporte en Málaga, Mercedes García Paine, es la demostración palpable del auge del exhibicionismo en las redes sociales. La voracidad morbosa de la mayoría de los usuarios no es saciada por la noticia que transmite, sino por cómo la transmite un cargo público que tiene un "bajón del copón" porque en la Junta "hay muchos marrones", trabaja doce horas al día y eso le ha cambiado la vida. García Paine se retroalimenta satisfaciendo la gula internauta, que le agradece el festín viralizando su monumental parida trufada de lágrimas y mocos. Lo que siempre se ha hecho en la intimidad se hace ahora soltándolo a los cuatro vientos. Ya no se está soloen solitario. Ese estado deja de pertenecer al ámbito de lo privado. No debe permanecer en él, pues de lo contrario nadie se entera. Y lo que no saben los demás no ocurre. La soledad no tiene lugar por sí sola y para sí mismo. Ya no se siente, ni se padece, ni se sufre, ¡ni se disfruta! en solitud. Ahora es algo que tiene que publicitarse. Ahora hay que decirles a los demás que se está triste o se está alegre, que se es feliz o desgraciado. Y con toda la intensidad posible. El mundo apesta a intensos.
Así, exhibiendo impúdicamente la soledad, ésta pierde toda su singularidad. Porque ya depende de los demás y no de uno mismo. Lo que en el caso de García Paine contrasta con su condición de "miembro independiente" del PP, partido gracias al cual es incrustada en el organigrama de la Junta de Andalucía con el nuevo Gobierno autonómico, en el que la tarea que tiene encomendada parece que la está achicharrando. Y es con este queme con el que queda probado que la delegada no tiene ninguna independencia. Nadie la tiene. Y en política aún menos: si estás enrollado con el PP dependes del PP y si lo estás con el PSOE dependes del PSOE, y así con el resto de los partidos. Sostener lo contrario es convivir con un embuste (lo que a muchos les resulta rentable). Y queda al descubierto cuando en su lacrimógeno vídeo, que ella califica de "políticamente incorrecto" -el abuso de esta expresión en todas partes y por cualquier motivo y sin venir a cuento ya hiede-, García Paine amaga, mientras sorbe, farfullando sobre algo oscuro y tenebroso acerca de compañeros que entran "acojonados" en su despacho por unas "amenazas" y un misterioso "expediente". Pero ella ha prometido no dar nombres. Y ya está. Ahí no hay ninguna independencia. Sólo puede decirse en su favor que una mala noche la tiene cualquiera. Pero no hay por qué exhibirla.
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